A muchos inversores les parecerá increíble lo que está pasando en los mercados de renta variable. A pesar de todas las noticias negativas que oímos sobre la economía mundial (bajo crecimiento, crisis de deuda europea, aterrizaje brusco en China, etc) la bolsa norteamericana ha alcanzado sus máximos de los últimos cinco años a un paso de marcar máximos de todos los tiempos.
¿Difícil de creer, no? Pero es la realidad. Además, si ponemos frente a frente la evolución de esta bolsa con los flujos netos de dinero en los fondos de renta variable estadounidenses uno se puede dar cuenta de que la subida que ha experimentado el mercado se ha producido sin la participación del gran público. Es un hecho curioso ya que unas buenas rentabilidades en un determinado tipo de activo suelen venir acompañadas por unas entradas netas de dinero.
Pero esto no se ha producido en esta ocasión, probablemente porque el sentimiento respecto al estado de la economía es francamente negativo debido sobre todo a los altos niveles de desempleo (tanto en Estados Unidos como en Europa). En efecto desde marzo del 2009, los inversores norteamericanos retiraron cerca de 3.000 millones de dólares de los fondos de bolsa (básicamente a favor de los fondos de bonos) mientras el mercado registraba una subida cercana al 100% (S&P 500, medido en dólares).
Muchos inversores, por lo tanto, se han perdido toda esta subida y se preguntarán qué hacer ahora. Algunos dirán que tras una subida de este calibre es difícil que la bolsa siga subiendo a este ritmo. Posiblemente sí, pero firmaría una subida a un ritmo que fuese la mitad de lo que hemos vivido en ese periodo; nos daría una rentabilidad del 10% anual, nada despreciable, desde luego.
Los inversores deben evaluar el riesgo intrínseco de incorporar acciones dentro de sus carteras, pero siempre teniendo en cuenta el horizonte temporal.
Dicho todo esto, a aquellos que no han podido beneficiarse de esta subida bursátil, primero les diría que evalúen la conveniencia de tener parte de la cartera en acciones independientemente del comportamiento pasado del mercado. Deben evaluar el riesgo intrínseco de incorporar acciones dentro de sus carteras, pero siempre teniendo en cuenta el horizonte temporal. Para un inversor que tenga un horizonte de unos diez años, es más probable que obtenga una mayor rentabilidad apostando por las acciones que por los bonos, considerando por un lado que la bolsa, a pesar de su avance, no puede considerarse cara y considerando por otro lado que los tipos de interés están en niveles históricamente bajos. Pero la entrada en renta variable debe producirse de forma gradual (no está cara, pero tampoco está barata… lea el siguiente artículo) y con una pequeña parte de la cartera.