China se encuentra inmersa en una desaceleración económica que preocupa a los inversores. Sin embargo, Mark Mobius, presidente ejecutivo de Franklin Templeton, no ve razón para una mayor alarma. La desaceleración es un proceso natural de una economía emergente y una consecuencia lógica a los ajustes estructurales llevados a cabo por el país, un giro hacia un modelo económico más orientado hacia el consumo y menor control sobre la economía.
De acuerdo con Mark Mobius, China no es el único motor de la economía mundial. De hecho África e India, si son capaces de realizar reformas significativas, pueden tornarse los protagonistas de las tasas de crecimiento mundiales en los próximos 5 años.
El gobierno dispone de diversos mecanismos para revitalizar el crecimiento: China subió el límite a los préstamos bancarios y proyectos locales, recortó tasas para los préstamos y se han producido movimientos para aumentar la financiación de pequeñas y medianas empresas. También ha puesto en marcha diversos subsidios, y ha acelerado proyectos de infraestructuras. A pesar de ello, es necesario ser consciente que este tipo de cambios no son tan inmediatos como un aumento masivo del gasto en infraestructura, medida tomada en el pasado por el gobierno chino. Las reservas de las que dispone China y las recientes adquisiciones de recursos naturales extranjeros deberían ayudar al país a lidiar con potenciales problemas de crecimiento.
La aplicación de estas herramientas, de acuerdo con el Presidente Ejecutivo de Franklin Templeton, podría causar un incremento de la inflación, a pesar de sus niveles actuales. Problema que podría agravarse si se hace patente un incremento salarial y una subida del precio de las materias primas estadounidenses.
Aun teniendo en cuenta todos estos riesgos China se mantiene como un valor atractivo, principalmente en productos básicos y de consumo, consecuencia de esta transición hacia una economía de consumo.