Artículo escrito por Javier Galán, Responsable de gestión de renta variable nacional en Renta 4;
Las tres reformas financieras que han realizado los dos
últimos Gobiernos muestran la desconfianza existente hacia las valoraciones del
balance de los bancos, exigiéndoles una mayor cantidad de provisiones, es
decir, forzándolos a reconocer que la probabilidad de impago de préstamos
concedidos es sustancialmente más alta de la reconocida y forzando también la
reducción de las valoraciones de sus activos.
El estado de las cuentas de los bancos tiene una correlación
casi perfecta con la situación macroeconómica del país donde operan, en tanto
en cuanto variables como PIB, desempleo, consumo, endeudamiento de las
familias, beneficio de las empresas y tipos de interés tienen una incidencia
vital en las dos variables más relevantes de cualquier banco: crecimiento de
préstamos y morosidad.
La foto de la economía española es: contracción del PIB,
subida de impuestos, reducción del consumo, incremento del desempleo y menores
beneficios de las empresas. Y significa para los bancos: más morosidad, menos
préstamos concedidos, más provisiones y menores beneficios.
¿Solución? Que los
bancos asuman las minusvalías de sus balances y que aumenten capital. El
problema es que estos estaban provisionando al nivel que les permitía su
generación de caja y, dado el volumen total de activos en el balance, tardarían
años en provisionarlo todo. Las últimas reformas financieras pretenden acelerar
la limpieza del balance de los bancos con el objetivo de que vuelva a fluir el
crédito.
¿Por qué han intervenido Bankia? Acelerar el reconocimiento
de pérdidas en el balance necesita de una fortaleza financiera que Bankia no
tiene. Si el Gobierno exige una limpieza rápida de los balances de los bancos,
no puede haber distinciones. El volumen de préstamos a promotoras inmobiliarias
y créditos de dudoso cobro que tiene Bankia en su balance es muy superior al de
su competencia y simplemente no puede hacer frente a las exigencias del
Gobierno. Por este motivo, creo que el Ejecutivo ha decidido intervenir, porque
España necesita que el sistema financiero sea capaz de volver a financiar el
crecimiento de las empresas y de las familias.
El Nobel de Economía Paul Krugman auguró hace unos días que
España se vería abocada al corralito, o lo que es lo mismo, la incapacidad de
obtener el efectivo depositado en las entidades financieras.
El corralito financiero se produce cuando el banco no
dispone de suficiente efectivo para dárselo a sus clientes. Para que se dé esa
circunstancia se necesita partir de la base de que España va a salir del euro,
lo cual vemos muy improbable. España, a día de hoy, ha mostrado su compromiso
con el euro y no hay ningún partido político de relevancia que haya puesto en
duda ni tan siquiera esa posibilidad.
El resultado de las elecciones griegas ha dado a conocer un
preocupante incremento del número de griegos que prefieren salirse del euro. En
dos días han salido de los depósitos de los bancos griegos 1.200 millones de
euros. El año pasado ya salieron 40.000 millones de euros, que suponen casi un
20% del total de depósitos. Si los bancos griegos salen del euro, se quedarán
sin euros y habrá corralito.
El Ejecutivo actual está tomando medidas antielectorales de
recorte del gasto público, eliminación de subvenciones y subidas de impuestos,
para restaurar la confianza en el país y demostrar que España puede pagar su
deuda y puede volver a crecer. Es posible que haya más de un español que
piense: “Para que nos recorten el Estado del Bienestar, mejor volvemos a la
peseta”. Tremendo error.
¿Qué pasaría si España decidiese volver a la peseta? En
primer lugar, devaluaría la moneda en una cuantía no menor al 50% o 60%, lo que
empobrecería a la población desde el minuto uno. En segundo lugar, tendría que
monetizar la deuda de los bancos y volverlos a recapitalizar con la nueva
moneda. En tercer lugar, las deudas de empresas españolas en euros serían
impagables, lo que provocaría un default en cadena y la imposibilidad de
financiarse en el mercado de capitales con dinero extranjero. En cuarto lugar,
la importación de bienes y servicios llevaría a una inflación desbocada y las
importaciones de materias primas (petróleo, gas...), que están denominadas en
dólares, tendrían tal coste que posiblemente nos encontraríamos con problemas
de abastecimiento energético.
España está en el centro de atención del mundo financiero,
el déficit presupuestario junto al incremento de deuda y las dificultades para
valorar cuánto va a costar la normalización del sistema bancario español ha
generado una alarma quizás justificada. El Gobierno está tomando medidas muy
duras tanto a nivel de recorte de gasto público, de incremento de impuestos e
interviniendo determinadas industrias, encaminadas a restablecer la confianza en
la economía española, pero la realidad es que se le están pidiendo resultados
mucho antes de lo razonablemente posible.
En mi opinión se están tomando muchas medidas estructurales
que van por el buen camino, pero sería deseable relajar las presiones sobre la
deuda soberana en España, ya que dificultan mucho la viabilidad de sus reformas
a largo plazo. Las dudas que acechan todos los días en los mercados financieros
y los medios de comunicación tanto nacionales como internacionales sólo pueden
ser serenadas por la intervención monetaria del Banco Central Europeo.
Artículo escrito por Javier Galán, Responsable de gestión de renta variable nacional en Renta 4;
publicado en http://www.r4.com/tx/newsfondos/idp=314894
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