Hay varias opciones. Las menos arriesgadas, que cada vez coinciden más con las menos rentables, pasan por invertir parte de la cartera en las divisas históricamente más seguras. Con el franco suizo fuera de la lista (hay que recordar que el Banco Central de Suiza ha limitado la apreciación del franco suizo hasta 1,20 francos por euro), sólo quedarían dos alternativas: el dólar estadounidense y el yen japonés. Un paso más supondría la inversión en fondos de divisas emergentes. Salen ganando en entornos de tipos de interés al alza y también se benefician de una previsible caída de la rentabilidad de su deuda, al calor de los buenos fundamentales que siguen presentando sus poco endeudadas economías.
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