Muchas veces los inversores me preguntan si es más interesante invertir en Estados Unidos o en Europa, si Asia tiene mejores perspectivas de revalorización que Latinoamérica o si merece la pena invertir en Rusia en lugar de hacerlo en China. A esas preguntas siempre contesto que para un inversor particular lo más sensato es diversificar su cartera para evitar asumir el riesgo específico de un país, de una región o de un determinado estilo de inversión.
Un día se le preguntó a Warren Buffett si era partidario de diversificar su cartera. Contestó que tenía una doble respuesta. Si uno es un inversor profesional que tiene como objetivo batir al mercado la diversificación es un gran error. Pero si uno es un inversor particular recomendaba una diversificación extrema.
Hay otra manera, más cuantitativa, de justificar por qué diversificar tiene sentido. Supongamos que un inversor hubiera decidido apostar por mercados emergentes hace cuatro años. Tenía dos opciones: invertir en un fondo de renta variable emergente o bien elegir el mercado que considera más interesante en cada momento. Supongamos que este inversor decide centrar sus inversiones en los cuatro mayores mercados emergentes: China, Brasil, Rusia e India. Si hubiera elegido un fondo diversificado en todas las regiones emergentes, sin privilegiar una zona frente a la otra, la rentabilidad que hubiera podido conseguir entre los años 2007 y 2011 hubiese sido del 113% (en dólares estadounidenses). Imaginemos ahora que este inversor hubiese sido capaz de adivinar qué mercado es el más rentable en cada uno de esos cinco años. Es decir, hubiera invertido todo su patrimonio en el mercado brasileño en 2007, en China en 2008, otra vez en Brasil en 2009, para luego pasar al mercado indio en 2010 y finalmente invertirlo todo en el mercado chino en el 2011. Pues bien, ese inversor hubiera alcanzado una ganancia muy cercana al 200% y muy por encima de la que hubiera obtenido el inversor diversificado. Pero estaréis de acuerdo conmigo que acertar con los mejores mercados cinco años de forma consecutiva es realmente difícil.
Uno también podría tener la peor suerte del mundo y en lugar de elegir los mercados más rentables, invertir en los peores en cada uno de los cinco años mencionados. En ese caso la rentabilidad hubiera sido de apenas el 35%.
Evidentemente la probabilidad de elegir los cinco peores mercados emergentes individuales en estos últimos cinco años es la misma que la de elegir los cinco mejores… pero desde el punto de vista del riesgo de la cartera no tiene las mismas consecuencias. Es preferible asumir el riesgo de no obtener la máxima rentabilidad posible, pero evitando la mínima rentabilidad posible.