En el contexto actual de desapalancamiento financiero, de fuerte volatilidad y bajo crecimiento económico merece la pena centrase en estrategias de baja volatilidad. La historia, por lo menos, nos daría la razón. En los últimos 50 años, las acciones de baja volatilidad se han comportado prácticamente igual de bien que las demás acciones, pero obviamente asumiendo un riesgo mucho más bajo, y eso no sólo en el mercado americano sino también en la mayoría de bolsas internacionales. Incluso hay estudios (como el de Lasse Pedersen y Andrea Frazzini, vea ilustraciopnes adjuntas) que muestran que las estrategias de baja volatilidad (no sólo en renta fija sino también en otros tipos de activos como la renta fija, las divisas y las materias primas) obtienen mejores rentabilidades ajustadas al riesgo (en los gráficos adjuntos mostramos esos resultados para las acciones globales y los distintos segmentos de la renta fija corporativa).
¿Cómo invertir?
Uno de los vehículos que más nos gusta para beneficiarse de una estrategia de baja volatilidad es el ETF llamado PowerShares S&P 500 Low Volatility (SPLV) que tiene una comisión de gestión de apenas el 0,25% anual. No es el único ETF basado en una estrategia de baja volatilidad. iShares y Russell también tienen ETFs de este tipo, pero es a nuestro juicio el que está diseñado de forma más transparente y simple. Dos cualidades que apreciamos mucho en los ETFs.
Su estrategia es la siguiente. Cada trimestre el fondo ordena los 500 valores del S&P 500 en función de su volatilidad de los últimos 12 meses, elige los 100 valores de menor volatilidad y los pondera tomando como peso el inverso de su volatilidad.