La cuestión ahora es si ese crecimiento puede aumentar o, en otras palabras, si el país ha dejado atrás sus años malos. Después de doce años durante los cuales Japón ha vivido una serie de recesiones sin prácticamente registra crecimiento en su economía, muchos inversores, tanto dentro como fuera del país, siguen mostrándose escépticos. Pero los últimos datos muestr
an , sin embrago, señales positivas.
Pero una economía más fuerte no resuelve, por si sola, el principal problema del sector bancario, el sector más importante de la bolsa nipona. El volumen y el valor de los préstamos incobrables, cuyo origen se remonta a la burbuja inmobiliaria de los años ochenta, son difíciles de estimar. Los optimistas se acogen a los datos oficiales que indican que el volumen de préstamos dudosos está disminuyendo y que los beneficios de los bancos han aumentado hasta tal punto de que podrán cubrir el resto de las pérdidas en apenas unos años.
Los pesimistas, por el contrario, argumentan que las estadísticas oficiales infravaloran el problema y señalan a la reclasificación de los préstamos que tuvo lugar cuando el gobierno rescató al banco Resona en mayo del año pasado.
Ahora los inversores esperan ansiosamente nuevos datos que decanten la situación de un lado u otro. Tanto la información facilitada por el sector bancario como la reformas políticas tendrán un impacto inmediato en la bolsa, muy sensible ésta a los datos de volumen de préstamos.
Otro foco de preocupación son los movimientos del tipo de cambio. Después de permanecer en un rango comprendido entre los 115 y 120 yenes por dólar durante los ocho primeros meses del 2003, la divisa nipona se apreció de forma importante a pesar de las intervenciones del Ministerio de Finanzas. Durante el mes de enero, compró unos 67.000 millones de dólares, pero el billete verde siguió depreciándose hasta caer por debajo de los 106 yenes. Desde el punto de vista fundamental, esto importa menos que hace unos años ya que los exportadores japoneses han deslocalizado parte de su producción fuera del país. No obstante, el nivel de los 100 yenes constituye una barrera psicológica muy importante. Si el dólar cayese por debajo de ese nivel, muchos temen un impacto brutal en los mercados bursátiles que volvería a afectar negativamente los balances de los bancos japoneses.
Las elecciones celebradas durante el 2003 también han reavivado las expectativas de reformas estructurales. El primer ministro Junichiro Koizumi fue reelegido por el partido al poder, el LDP, y las promesas de reformas económicas dominaron las elecciones en la cámara baja en noviembre. El resultado fue una posición más fuerte de los reformistas, pero queda por ver cuantas de las promesas electorales verán la luz en la realidad.