Tradicionalmente, la fortaleza del dólar y el aumento del rendimiento de los bonos no son buenos para el oro (que no devenga intereses).
Sin embargo, el precio al contado del oro ha actualizado su máximo histórico en varias ocasiones en los últimos meses. En marzo de este año, el oro tocó el nivel de 2.160 dólares la onza, nunca antes alcanzado. Poco después, registró un nuevo máximo histórico en 2.265 dólares a principios de abril. El 20 de mayo, el oro alcanzó un nuevo máximo de 2.435 dólares, mientras que el 17 de julio, el valor al contado del metal amarillo superó por primera vez los 2.470 dólares la onza.
A día de hoy, el oro cotiza en torno a los 2.470 dólares, lo que supone una rentabilidad desde principios de año de alrededor del 19% (a 9 de agosto, también en dólares).
Este impulso, sin embargo, no ha sido causado por los mercados financieros. Precisamente debido a la dinámica macroeconómica y monetaria, la demanda de oro por parte de los inversores se ha mantenido débil en los últimos años. Según datos de Morningstar, los fondos cotizados (ETC) sobre metales preciosos a nivel mundial registraron entradas netas de sólo 54 millones de dólares entre julio de 2023 y junio de 2024. De esa cifra, 46 millones de dólares se captaron en el segundo trimestre de este año, quizá una señal del renovado interés de los inversores.
"La subida del precio del oro en los últimos meses ha sido notable, en parte porque los esperados recortes de los tipos de interés por parte de la Reserva Federal estadounidense no se han materializado", explica Bert Flossbach, cofundador de Flossbach von Storch, en una entrevista con Morningstar. Unos tipos de interés elevados suelen ser veneno para el metal precioso, por lo que no es de extrañar que en el primer semestre del año los inversores retiraran unas 140 toneladas de oro de los ETC. Sin embargo, como en años anteriores, esto se vio más que compensado por las compras masivas de oro por parte de los bancos centrales", continúa Flossbach.
"La tendencia alcista de los precios del oro se remonta a 2022 y los factores que explican este movimiento pueden identificarse en la demanda sostenida de joyas, las inversiones en oro físico (monedas y lingotes) por parte de los inversores asiáticos y las compras masivas por parte de los bancos centrales de los países emergentes, y de China en particular, que desean diversificar sus reservas de divisas y reducir así su exposición al dólar estadounidense", explica Charlotte Peuron, gestora de fondos del sector Oro de Crédit Mutuel AM, en una nota publicada el 31 de julio de 2024.
El atracón de oro de los bancos centrales emergentes
Desde el estallido de la crisis financiera en 2008, hemos asistido a un cambio de régimen fundamental, en el que los bancos centrales han reevaluado progresivamente la función y la pertinencia del oro en la gestión de los activos de reserva.
Según los últimos datos del Consejo Mundial del Oro, en el segundo trimestre de 2024, la demanda mundial total de oro aumentó un 4% interanual hasta alcanzar las 1.258 toneladas, lo que supone el nivel trimestral más alto jamás registrado. La demanda total se vio apuntalada por un saludable nivel de transacciones OTC (over-the-counter, es decir, fuera de los mercados regulados), con un significativo incremento interanual del 53% hasta las 329 toneladas.
"El aumento de la demanda OTC, las continuas compras de los bancos centrales y la ralentización de las salidas de los ETC de oro impulsaron los precios del oro a niveles récord en el segundo trimestre de 2024", señala el informe.
Según una encuesta realizada también por el Consejo Mundial del Oro, el 29% de los 70 bancos centrales encuestados tiene la intención de aumentar sus reservas de oro en los próximos 12 meses, y el 81% espera un nuevo aumento de las tenencias de oro de los bancos centrales.
"Aunque China, tras 17 meses consecutivos de compras, parece estar tomándose un respiro, creemos que las compras de los bancos centrales seguirán siendo un factor de apoyo, ya que sus reservas de oro siguen representando sólo el 4-5% de sus reservas de divisas", comenta Charlotte Peuron.
¿Por qué tener oro en cartera en tiempos de crisis?
Ante los actuales niveles de precios, los inversores expuestos al oro podrían preguntarse si no ha llegado el momento de vender y obtener una buena plusvalía. Bert Flossbach -quien quiere dejar claro que "no tiene una bola de cristal con la que mirar al futuro y considera poco fiables las previsiones a corto plazo"-, en un mundo complejo y un sistema financiero frágil, cree que el oro debería ser un importante ancla de valor en las carteras.
"En las últimas décadas, prácticamente todas las crisis se han combatido con más dinero. Y es poco probable que esto cambie en el futuro", afirma Flossbach. "La próxima crisis podría golpear de nuevo al euro si los déficits presupuestarios siguen descontrolándose y exacerbando la tensión en la eurozona". La Comisión Europea ha iniciado recientemente procedimientos presupuestarios contra siete países. La deuda pública estadounidense también supera el 120% del PIB. Y ninguno de los candidatos presidenciales es conocido por su estricta disciplina presupuestaria. Así que hay buenas razones para seguir devaluando las monedas de papel frente al oro".
De hecho, el oro siempre ha desempeñado un papel de diversificación, ya que tiene una correlación inversa con otros activos financieros. Esto significa que, al menos en teoría, el oro puede mejorar el perfil de riesgo/rentabilidad de una asignación financiera a medio y largo plazo. En resumen, está justificado recoger beneficios, pero en todas las carteras debería haber cierto espacio para el oro.