Hay una pregunta que se hacen muchos inversores que quieren destinar parte de su cartera a renta fija. Si existe la posibilidad de que bajen los tipos de interés, ¿por qué no comprar bonos y mantenerlos hasta vencimiento? Si uno elige una empresa solvente, basta con cobrar periódicamente los cupones y esperar a que nos rembolsen el capital a vencimiento, independientemente de lo que ocurra con los tipos de interés.
Pero un inversor en un fondo de renta fija no tiene asegurado una determinada rentabilidad. El valor de su fondo de inversión fluctuará a diario dependiendo del valor de los bonos y obligaciones que tiene en cartera y de la evolución de los tipos de interés.
En periodos de bajadas de tipos de interés el que haya comprado un fondo de inversión verá su valor liquidativo apreciarse. En momentos de subidas de tipos, pasará todo lo contrario, el valor liquidativo caerá, incluso si el gestor vende las obligaciones que tiene en cartera en favor de obligaciones con cupones más altos.
Por lo tanto la gran diferencia entre comprar un fondo y comprar un bono hasta vencimiento, es que en el primer caso existe una probabilidad más alta de que el valor de la participación sea diferente (más alto o más bajo) cuando uno vende el fondo respecto al valor al que hemos comprado la participación.
Es cierto que en el entorno actual existe más posibilidades de que los tipos bajen que no que sigan subiendo. Por lo tanto, hay una mayor probabilidad de que los bonos que un fondo tenga en cartera se aprecien a lo largo del periodo de mantenimiento del fondo.
Pero sería un error pensar que invertir directamente en bonos no tiene riesgo, aún si uno los mantiene hasta la fecha de vencimiento. Hay una serie de consideraciones a tener en cuenta si uno se decide por invertir directamente en títulos de renta fija.
Dificultad de análisis
Una de las grandes ventajas de invertir a través de un fondo en lugar de hacerlo directamente en títulos (ya sean bonos o acciones) es que el gestor del fondo realiza una labor profesional. Además de evaluar la sensibilidad de los bonos a los tipos de interés, los gestores también analizan la calidad crediticia de esos bonos así como la rentabilidad adicional que hay que exigirles para compensar el riesgo asumido. La mayoría de gestores van mucho más allá de los ratings emitidos por las distintas agencias (como Standard & Poor’s o Fitch) sino que valoran ellos mismos, en función de sus propios criterios, la propia salud financiera de las compañías que emiten bonos. Esa labor no está evidentemente al alcance de los inversores individuales.
Dificultad de diversificación
Hay otra desventaja para los que quieran invertir directamente en bonos frente a aquellos que se deciden por comprar un fondo de inversión: la dificultad de diversificar correctamente una cartera con un pequeño patrimonio. Exceptuando quizás a los bonos y obligaciones del Tesoro español (que sí están al alcance del pequeño inversor) el resto de bonos (tanto de deuda pública extranjera como de deuda corporativa) ya requieren un capital importante para que el inversor pueda construir una cartera diversificada. Al contrario, con los fondos (que suelen exigir una inversión mínima relativamente baja) los inversores tienen la posibilidad de diversificar correctamente la parte de renta fija de sus carteras con un patrimonio que no necesariamente debe ser muy alto.
Costes de transacción
Otro aspecto muy importante a tener en cuenta para los inversores que quieran comprar directamente bonos en el mercado es el de los costes de transacción. No sólo hay que considerar los gastos de compra/venta sino también los diferenciales (o “spreads”) entre los precios de oferta y de demanda. Estos diferenciales suelen ser mucho más elevados para el pequeño inversor que para el gestor de un fondo.
Falta de flexibilidad
Aunque el que compre un bono y lo mantiene hasta vencimiento se beneficia de una cierta protección contra las subidas de tipos de interés, también está renunciando a la flexibilidad de cambiarse a bonos que se emiten con un cupón más alto. Esa posibilidad de rotar o mover la cartera hacia bonos de mayor rendimiento es una posibilidad que tienen los gestores de fondos y no los inversores individuales.
Fiscalidad
Una última ventaja de los fondos de inversión respecto a la inversión directa en bonos es la fiscalidad. El que invierte en fondos de renta fija puede trasapsar sus participaciones de un tipo de fondo de renta fija a otro (de corto plazo a largo plazo, por ejemplo) sin pagar por las eventuales plusvalías hasta el momento de la venta
Conclusión
En conclusión, aunque comprar directamente obligaciones y mantenerlas hasta el vencimiento constituye una manera de protegerse contra eventuales subidas de tipos de interés, también hay aspectos como los costes, la falta de flexibilidad, la dificultad de diversificación y de análisis que hacen que para muchos inversores la opción de los fondos de inversión sea la más adecuada.