El Banco de Japón (BoJ) ha decidido mantener sin cambios su política monetaria extremadamente acomodaticia en su última reunión de 2023, en la que no ha ofrecido pistas sobre futuras subidas de los tipos de interés o la retirada de algunas de sus medidas.
De este modo, el banco central nipón ha mantenido sin cambios el tipo de interés de referencia en el -0,1%, sin cambios desde enero de 2016, cuando se adentró en terreno negativo por primera vez en su historia.
Asimismo, la entidad ha indicado que continuará aplicando su política de control de la curva de rendimientos de la deuda pública, permitiendo que la rentabilidad del bono de Japón a 10 años aumente hasta en un punto porcentual respecto del nivel objetivo, mientras que continuará con sus compras de bonos soberanos a gran escala según sea necesario.
"Con incertidumbres extremadamente altas que rodean a las economías y los mercados financieros nacionales y extranjeros", el Banco de Japón ha reafirmado que continuará con la flexibilización monetaria mientras responde ágilmente a la evolución de la actividad económica y los precios, así como a las condiciones financieras, con el objetivo de alcanzar la meta de estabilidad de precios del 2% de manera sostenible y estable.
De tal modo, la institución se ha comprometido a mantener su alivio cuantitativo y cualitativo (QQE) con control de la curva de rendimiento para alcanzar el objetivo de estabilidad de precios, ampliando la base monetaria hasta que la tasa de aumento interanual del IPC supere el 2% y se mantenga por encima del objetivo de manera estable.
En este sentido, ha asegurado que seguirá manteniendo la estabilidad de la financiación, principalmente de las empresas, y de los mercados financieros, y no dudará en adoptar medidas de flexibilización adicionales si fuera necesario.
En cuanto al escenario macroeconómico, el Banco de Japón considera probable que la economía nipona continúe recuperándose moderadamente por el momento, respaldada por la materialización de la demanda reprimida, aunque se espera que esté bajo una presión a la baja derivada de una desaceleración en el ritmo de recuperación de las economías internacionales.
Por otro lado, ve probable que la tasa de aumento interanual del IPC supere el 2% a lo largo del año fiscal 2024, aunque advierte de que, a partir de entonces, se prevé que la tasa de aumento se desacelere.