"Estamos a las puertas de 2024 y es esencial recordar a los inversores que la presencia de incertidumbre no implica falta de oportunidades. Nuestro enfoque para el año será una mezcla de cautela y optimismo". Con estas palabras Dan Kemp, Director de Investigación e Inversión de Morningstar Investment Management (MIM) abría sus perspectivas para el nuevo año.
Las condiciones económicas y financieras son difíciles debido a los temores de recesión, los riesgos geopolíticos y la volatilidad de los mercados. La inflación se está ralentizando, pero la lucha contra los altos precios está lejos de haberse ganado, y el Banco Central Europeo no pierde la oportunidad de reiterar su política de "tipos más altos durante más tiempo".
Los mercados, sin embargo, empiezan a apostar por un recorte el año que viene, quizá ya en primavera. Saben que la institución de Fráncfort se encuentra en el filo de la navaja entre la lucha contra la inflación y el riesgo de estrangular una economía ya en dificultades.
También son conscientes de que los choques pueden hacer daño, y entre ellos figuran las guerras en diversas regiones del mundo, las tensiones de los precios del petróleo, la crisis del mercado inmobiliario, sobre todo el comercial, y los efectos imprevisibles de un periodo prolongado de tipos de interés altos.
¿Qué esperar de las acciones y de los bonos en 2024?
Por estas razones, Kemp habla de cautela, pero también llama al optimismo, mirando tanto a los mercados de acciones como a los de bonos.
Según los analistas de MIM, en el umbral de 2024, "la renta variable está bastante bien posicionada" y con "valoraciones razonables", especialmente en Europa y el Reino Unido. En EE.UU., gran parte de la rentabilidad de Wall Street en 2023 es atribuible a los "siete magníficos" y esto "ha creado oportunidades para añadir valor de forma selectiva".
En renta fija, el crecimiento de la rentabilidad ha hecho que los bonos resulten atractivos en relación con otras clases de activos, aunque los inversores no deben ignorar lo ocurrido en los dos últimos años, en los que los bonos han experimentado caídas similares a las de la renta variable y no han desempeñado su tradicional función defensiva. En este segmento, "vemos oportunidades", dicen los analistas, "especialmente en los mercados desarrollados". Su preferencia son los bonos del Estado frente a los bonos corporativos, en particular los bonos del Tesoro estadounidense.
"Los bonos a corto plazo son atractivos para las carteras conservadoras, ya que generan ingresos, con un menor riesgo de duración", añaden.
Liquidez, ¿sí o no?
Por lo tanto, no faltan oportunidades, pero para los inversores existe una fuerte tentación de colocar el dinero en una cuenta de depósito, ya que se pueden encontrar tipos del 4-5%. Y no hay duda de que la liquidez debe tenerse en cuenta en la construcción de la cartera, pero, como dice Nicolò Bragazza, Gestor de Carteras Asociado de MIM, "el efectivo es genial hasta que deja de serlo". Traducido: no espere que desempeñe un papel importante a medio y largo plazo, porque lo más probable es que las acciones y los bonos rindan más.
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