¿Qué es ese ruido?
¿Son los documentos políticos al viento? ¿Son las agitadas aguas del Atlántico derrumbando otro pueblo en el mar? ¿O son, tal vez, otras 500 prendas que se añaden a los raíles de compra de la moda rápida?
No es nada de eso.
No, es el sonido de jets privados y aviones gubernamentales aterrizando en Dubai, para la última ronda de discusiones de la COP. Esperándoles, hordas de expertos en clima, grupos de presión y científicos, cuyos puntos de vista desempeñarán un papel crucial a la hora de forjar un consenso internacional sobre la crisis climática.
O no, según el caso.
Porque hay grandes, grandes distracciones. En la COP28 de este año, la agenda será detallada hasta el punto de resultar abrumadora. La justicia climática, la innovación ecológica, la transición energética y la reducción de emisiones volverán a asomar la cabeza. Pero el telón de fondo es más caótico que nunca. Así pues, algunas preguntas.
¿Quién presentará los argumentos morales más sólidos a favor de la cooperación? ¿Habrá grandes avances o grandes compromisos? ¿Y agradecerán las generaciones futuras los esfuerzos de los asistentes?
Además, ¿qué puede hacer usted como inversor para implicarse y, ahora que poseer un fondo ESG no es francamente lo suficientemente bueno por sí mismo, cómo diferenciar los resultados positivos de los negativos?
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