Raro es el día en que no veo un titular negativo sobre la economía china en las noticias.
La larga lista de preocupaciones se compone de: deflación, presiones en el sector inmobiliario, caída de las exportaciones, reticencia de los consumidores a gastar, elevado desempleo juvenil, tensiones en los "bancos en la sombra", estado de las finanzas de los gobiernos locales, tensiones geopolíticas y falta de firmeza en las políticas de estímulo.
Sin duda, el repunte de la reapertura de China tras el cierre se ha desvanecido mucho más rápido de lo que esperábamos (véase el gráfico 1), lo que nos ha llevado a revisar a la baja nuestra previsión para el producto interior bruto (PIB) del país en 2023.
Los indicadores de alta frecuencia -como los datos de tráfico del metro- sugieren que algunos sectores de consumo y servicios se están recuperando. Lo que podría obedecer a los llamados viajes de "revancha" tras tres años de restricciones pandémicas.
Sin embargo, es difícil escapar a la conclusión de que los consumidores chinos siguen siendo, en general, cautos. Los hogares están acumulando ahorros; pero parece que gastar los ahorros acumulados desde 2020 es ir demasiado lejos. De hecho, existe el riesgo de que la tasa de ahorro de China haya subido de forma permanente debido a la experiencia de la gente que ha vivido las restricciones covid cero, unas de las más duras del mundo. Es posible que los hogares (en particular los encabezados por trabajadores autónomos) quieran ahorrar aún más para protegerse contra un mundo menos favorable en el que se produzcan un mayor número de shocks negativos.
Por otra parte, es posible que la confianza de los hogares haya resultado perjudicada por las tensiones e incertidumbres relacionadas con el sector inmobiliario, incluida la capacidad de los promotores para entregar viviendas para las que los compradores ya están pagando la hipoteca.
La caída de los precios de la vivienda y los problemas de la promotora Country Garden podrían mantener a otros compradores fuera del mercado a corto plazo, incluso aunque se suavicen las restricciones a la compra y bajen los tipos hipotecarios.
El temor a la japonización es exagerado
No es de extrañar que las comparaciones con las "décadas perdidas" de Japón abunden por doquier. Al igual que su vecino isleño, China podría sufrir una gran burbuja inmobiliaria, envejecer rápidamente y sentir la presión de las tensiones geopolíticas con Occidente. Sin embargo, hay razones para pensar que estos riesgos de "japonización" son exagerados, tanto en lo que respecta a su fuerza como a su calendario.
La disminución de la población china no indica un colapso inminente de la demanda subyacente: la urbanización aún tiene recorrido; las necesidades de modernización no han desaparecido; y la falta de inversiones alternativas podría mantener una elevada tasa de desocupación inmobiliaria.
Japón era una economía avanzada cuando estalló su propia burbuja de activos a finales de los ochenta. Por el contrario, el PIB per cápita de China todavía ofrece un importante potencial de crecimiento, aunque se vea amenazado por las medidas estadounidenses encaminadas a limitar el acceso del país a la tecnología punta.
Aunque hemos revisado a la baja las perspectivas de crecimiento a corto plazo de China -con un crecimiento del 4% para 2024- y hemos tenido en cuenta un impacto del 10% en el PIB potencial debido a los efectos persistentes de la pandemia, mantenemos nuestro relativo optimismo sobre las perspectivas a largo plazo para el país.
La flexibilización de la política económica gana terreno
Puede resultar difícil confiar plenamente en que la gran cantidad de medidas de flexibilización de la política económica adoptadas hasta ahora basten para impulsar el crecimiento y reavivar la confianza del mercado en un futuro inmediato. A pesar de ello, nuestro Índice de Condiciones Financieras de China se ha situado en una posición de modesta relajación, lo que implica que los efectos acumulados de la prudente flexibilización deberían empezar a respaldar el crecimiento de forma más consistente.
Se espera una mayor flexibilización de la política económica, lo que debería reducir el riesgo de recesión. Sigue siendo improbable un planteamiento de "big bang" aunque, al igual que es difícil juzgar los efectos combinados de tirar de tantas palancas políticas, los pequeños pasos múltiples podrían seguir sumando. De hecho, si el mercado y la confianza de los hogares experimentasen un cambio alza, el exceso de ahorro sigue siendo una vía para una sorpresa al alza. En este sentido, incluso aunque sólo se gastara la mitad de todo el exceso de ahorro a finales de 2024, el crecimiento del consumo podría acelerarse del 11% este año al 12,5% el próximo (en lugar de reducirse del 10% al 8% según nuestras previsiones de referencia). Esto implica que, si bien es fácil especular con los riesgos a la baja, también han aumentado los riesgos al alza.