Cuando un inversor compra una obligación de una empresa, esta se compromete a devolver el dinero en un determinado plazo de tiempo. En compensación por prestarle el dinero, el inversor se ve recompensado de dos maneras. En primer lugar, cada año recibe un dinero en forma de intereses. La cantidad pagada por estos intereses recibe el n
ombre de cupones y es generalmente una cantidad fija cada año. Puede haber un pago de cupones al año o varios. En segundo lugar, al final del plazo de la obligación, llamado vencimiento de la obligación, el inversor recupera (en la gran mayoría de los casos) el principal, es decir el dinero que había prestado al principio.
Tanto los Estados como las empresas públicas o privadas pueden emitir renta fija y los plazos a los que se emiten bonos y obligaciones pueden ser muy variados.
Calidad crediticia
En principio invertir en renta fija es mucho más seguro que hacerlo en acciones aunque en la práctica el nivel de seguridad es muy variable. No es lo mismo por ejemplo comprar una obligación emitida por un país emergente (como Argentina) que comprar un bono del Tesoro norteamericano (la deuda pública norteamericana es considerada como la más segura del mundo).
Si hablamos de empresas privadas, es evidente que hay algunas que son más fuertes desde un punto de vista financiero que otras. Una manera que tiene el ahorrador de comprobar si una empresa o un país es más seguro que otro es comparando la calidad crediticia o rating (en forma de letras) que elaboran empresas como Moody’s o Fitch. Ratings comprendidos entre AAA+ y BBB- son considerados como “investment grade” es decir, grado de inversión mientras que ratings comprendidos entre BB+ y D son del tipo especulativo.
Tipos de interés
Los inversores desean lógicamente colocar sus ahorros en el instrumento más seguro posible. Esto explica porqué los emisores de bonos con ratings más bajos tienen que ofrecer un interés más elevado: para atraer el dinero de los inversores.
Por ejemplo, si el Estado está actualmente pagando un cupón del 4% sobre sus obligaciones, empresas de grado de inversión (con ratings entre AAA+ y BBB-) pueden llegar a ofrecer, por ejemplo, un 5,5% - para obligaciones al mismo plazo evidentemente - y las de grado especulativo un interés en torno al 8%. Existe en definitiva una relación inversa entre la calidad crediticia (o riesgo) y el nivel de rentabilidad. Cuando más alto el riesgo (o más baja la calidad creditica), más elevado deberá ser el tipo de interés.
El inversor que esté pensando invertir en una obligación o en un fondo de obligaciones, puede verse atraído por los altos intereses que algunos prometen. Pero este debe saber que cuanto más alto sea el interés ofrecido, mayor será el riesgo asumido. Esto no significa que uno no pueda ganar dinero invirtiendo en bonos de alto rendimiento o “bonos basura” sino simplemente que el riesgo de impago (concepto conocido entre los expertos como “default”) es más elevado.