En Estados Unidos muchos son los que consideran a Alan Greenspan, el presidente de la Reserva Federal como el hombre más poderoso e influyente del país. Muchos en efecto relacionan el extraordinario crecimiento económico que registró Estados Unidos con su llegada a la Fed en 1987 y su habilidad para fijar los tipos de interés en su nivel adecuado.
En nuestro país o mejor dicho en la zona euro la atención se centra también en la actuación del Banco Central Europeo y su presidente Wim Duisenberg. Pero al igual que al otro lado del Atlántico, los participantes en los mercados pasan gran parte de su tiempo intentando adivinar el próximo movimiento de tipos de interés.
Sin embargo, los cambios que se producen en los tipos de interés no siempre se interpretan de la forma más correcta. Evidentemente, esta discusión no puede limitarse a la fórmula “unos tipos de interés bajos es bueno y unos tipos de interés altos es malo”.
Para entender el significado de los movimientos de tipos de interés es necesario en primer lugar examinar el estado de la economía. Sólo a partir de ahí podremos analizar los efectos de los tipos en las divisas y en las acciones.
Ciclos económicos
Los economistas reconocen que las economías tienen tendencia a moverse por ciclos. Cada cierto tiempo, pasan por una etapa de prosperidad a la que le sigue una etapa de depresión y así sucesivamente.
Aunque no es posible eliminar por completo estos ciclos en el crecimiento económico, sí que es posible atenuar sus efectos haciendo que los altos y los bajos sean menos pronunciados.
Los tipos de interés o la política monetaria son el principal instrumento para atenuar los ciclos económicos. Si la economía está creciendo demasiado deprisa, entonces se subirán los tipos para disminuir ese ritmo de crecimiento así como la inflación. Si, por el contrario, la actividad económica se reduce demasiado, una bajada de tipos tendrá como consecuencia una reactivación de la economía.
En este sentido, es posible establecer una analogía entre el control de los tipos de interés y la conducción de un coche. Para mantener constante la velocidad del vehículo algunas veces será necesario apretar suavemente el pedal del acelerador y otras veces el del freno. Pues bien, los bancos centrales actúan sobre la economía de la misma forma.
Incluso, considerando estos conceptos muy simples podemos darnos cuenta de que el efecto de los tipos de interés no es tan evidente. Por ejemplo, en teoría, una bajada de tipos de interés debería beneficiar a las acciones. Pero si la reducción de los tipos coincide con una desaceleración económica, esa desaceleración puede tener un mayor impacto sobre los mercados de acciones que la bajada de tipos. Lo mismo ocurre cuando una subida de tipos se produce en una economía en pleno crecimiento.
Por lo tanto no deberíamos considerar el impacto de los tipos de interés por si sólo. Su efecto sobre las inversores debe contemplarse teniendo en cuenta el estado de la economía.
Complicando el asunto
Desafortunadamente las complejidades no se paran ahí ya que, como los mercados tienden a anticiparse a los movimientos de tipos, la clave estará en si estos movimientos coinciden con las expectativas.
Por ejemplo, si los analistas esperan que el banco central baje sus tipos en 0,25 puntos pero este los baja en 0,50 puntos, entonces lo más probable es que la reacción de los mercados sea muy positiva. Pero si en vez de bajarlos 0,50 puntos los reduce en 0,25 puntos, es poco probable que esto tenga un gran impacto en los mercados.
También es importante tener en cuenta que no todos los sectores responden de la misma forma a una bajada de tipos. Algunas acciones son efectivamente más sensibles que otras a los movimientos de los tipos de interés. Por ejemplo, las acciones del sector bancario obtienen sus beneficios de la diferencia entre los préstamos y los depósitos. Por lo tanto, un cambio en los tipos de interés afecta directamente al negocio de los bancos.
Pero el impacto de los tipos de interés no sólo tiene un impacto sobre el estado de la economía o los mercados de valores. También hay que contar con el efecto sobre los tipos de cambios y sobre el nivel de deuda en la economía.
Por ejemplo unos tipos de interés elevados en la zona euro deberían en teoría fortalecer al euro (ya que se incrementaría la demanda de activos denominados en euros) mientras que unos tipos bajos lo debilitarían.
Algunas veces los movimientos de tipos de interés pueden tener efectos opuestos. Es posible por ejemplo (como es el caso actualmente en el Reino Unido) que a una parte de la economía (el sector inmobiliario) le venga bien una subida de tipos y a otra parte (el sector manufacturero) una rebaja de tipos de interés.
En conclusión, está claro que las decisiones de los bancos centrales sobre los tipos de interés deben ser examinadas con mucha atención y que sus impactos en los mercados dependen de un gran variedad de factores.
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