La semana pasada dejábamos en el aire la pregunta de si es más interesante invertir en fondos de crecimiento o en fondos de valor. Con los primeros estaríamos, por ejemplo, apostando por la recuperación, entre otros, de los valores tecnológicos mientras que con los segundos estaríamos apostando por una estrategia más defensiva hacia sectores como puede ser el de la energía (por citar un ejemplo). La pregunta evidentemente tiene mucho sentido ya que existen diferencias importantes no sólo en los estilos de gestión de una categoría de fondos respecto a la otra sino que también ha habido en el pasado reciente diferencias significativas en cuanto a rentabilidades conseguidas.
Comportamientos dispares
Tomando como referencia los índices World Value y World Growth de MSCI, vemos por ejemplo que en el año 99, las acciones de valor subieron en torno a un 35% (en euros) mientras que los valores de crecimiento se anotaron ganancias de casi el 55%. Al año siguiente, en el 2000, la situación se dio la vuelta por completo. Mientras los “value” se revalorizaron un 5%, los “growth” sufrieron un desplome de alrededor del 20%. En lo que vamos de año, la situación parace ir por los mismos derroteros que en el 2000: fuerte caída para los valores de crecimiento (un 10%) mientras que los de valor consiguen subir ligeramente (un tímido 1%).
¿Entonces cuál elegir?
El pequeño inversor que esté leyendo estas líneas seguramente se hará la siguiente reflexión: si los fondos de valor y los fondos de crecimiento presentan esas diferencias tan abultadas, entonces la estrategia ideal sería pasar de unos a otros en función de la evolución de los mercados. La verdad es que sí. Pero desgraciadamente ni yo ni nadie posee la bola de cristal que le permita adivinar o predecir cuál de estas dos categorías de fondos lo hará mejor en los próximos tres, seis o doce meses. Además, aunque los fondos de valor y los fondos de crecimiento pueden presentar comportamientos muy dispares en periodos cortos de tiempo, la experiencia demuestra que a muy largo plazo las diferencias no son tan pronunciadas. Si volvemos al gráfico, podemos ver que, partiendo del 1 de enero del 97, la rentabilidad total obtenida por el índice mundial de acciones de valor no es excesivamente diferente de la del índice de valores de crecimiento. Aunque, en este caso, los value han batido ligeramente a los growth, también hubiéramos podido elegir otro periodo en el que los growth le hubieron sacado algo de ventaja a los value.
Una estrategia salomónica
Por ello, una estrategia sensata para aquel inversor que estaría dudando entre colocar sus ahorros en un fondo de valor o en un fondo de crecimiento sería simplemente la de colocar parte de su dinero en un fondo de valor y otra parte en un fondo de crecimiento. De esta forma diversificaría sus inversiones y reduciría el riesgo de su cartera amortiguando los malos momentos que pudiera atravesar cualquiera de estos dos tipos de fondos. Pero, eso sí, tenga en cuenta que la inversión en fondos de acciones (y los fondos tanto value como growth lo son) siempre debe contemplarse a largo plazo. También le recordamos que para comprobar qué estilo de inversión tiene cada fondo, Morningstar le pone a su dispoción el “Style Box”. Con él podrá saber de un simple vistazo si su fondo (o el que quiera comprar) es value o growth.
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