2022 será recordado como uno de los años más difíciles de la historia para los inversores, un año en el que casi todas las clases de activos sufrieron. De hecho, si echamos la vista atrás a los últimos 95 años, 2022 fue el tercer peor año para la cartera clásica 60-40, precedida por 1931 y 1937.
En este estudio (realizado por la NYU Stern School of Business y Jupiter AM), se utilizó una cartera asignada en un 60% al índice S&P 500 y en un 40% al rendimiento de los bonos del Tesoro estadounidense a 10 años.
Sin embargo, las últimas cifras de inflación han sido alentadoras y han suscitado optimismo; en consecuencia, las acciones y los bonos han recuperado cierto impulso en esta primera parte del año, tras un periodo que dejó a la mayoría de los inversores con la moral muy tocada.
Aunque los mercados han cobrado impulso, los problemas en el horizonte parecen lejos de disiparse. Para la Reserva Federal, contener la inflación sin frenar el crecimiento económico es un verdadero quebradero de cabeza. El Banco Central Europeo se encuentra en una situación muy similar.
"El bloque de la Eurozona se ha mostrado muy resistente este año", comenta en una nota Guillermo Felices, estratega global de inversiones de PGIM Fixed Income: "Los datos de actividad económica han sorprendido al alza y la inflación subyacente ha alcanzado nuevos máximos cíclicos y ha dado muestras de persistencia. Las noticias ya se han reflejado en los mercados de tipos. Los mercados de tipos revalorizaron el tipo terminal del BCE en torno al 4% y los rendimientos alemanes subieron en toda la curva con una clara dinámica de aplanamiento".
"Esto es coherente con nuestra opinión de que a medida que el BCE apriete más, la economía debería debilitarse", continúa Felices. "Esto deja a los mercados expuestos a un BCE agresivo y, lo que es más importante, a cualquier noticia sobre su voluntad de acelerar los planes de endurecimiento cuantitativo".
Si los esfuerzos de los bancos centrales por enfriar la economía resultan contundentes, podría avecinarse una recesión en 2023 y posiblemente más allá. Esto no significa que los inversores deban ponerse a cubierto. La economía y los mercados no siempre se mueven en tándem y tratar de sincronizarlos rara vez conduce a resultados positivos.
Sin embargo, hay estrategias de inversión que, por su propia naturaleza, pueden resistir una recesión mejor que otras. He aquí tres ETF (fondos cotizados en bolsa) especialmente aptos para resistir una recesión.
iShares Edge MSCI World Minimum Volatility UCITS ETF (MVOL)
El índice de referencia de este ETF trata de construir la cartera menos volátil posible a partir de los valores del índice MSCI World con una serie de restricciones. Éstas se refieren a la limitación de la rotación, la exposición a valores y el sesgo sectorial, que mejora la diversificación, pero también reduce la pureza de estilo. Aunque las carteras puras de baja volatilidad sólo contienen valores de baja volatilidad, también pueden incluir valores de volatilidad media y alta debido a las ventajas de diversificación del riesgo.
Según los analistas de Morningstar, la postura defensiva del fondo debería ayudarle a resistir las caídas del mercado mejor que sus homólogos, aunque probablemente lo frenará durante las fases alcistas (batió a la media de la categoría en 9,2 puntos porcentuales durante 2022).
Este fondo reúne las características para ofrecer una rentabilidad más suave y superar a largo plazo a la mayoría de sus homólogos en la categoría Morningstar de Renta Variable Europa Large Blend en términos ajustados al riesgo, gracias en parte a unos costes que se encuentran entre los más bajos de la categoría (0,30% de gastos corrientes). Los analistas de Morningstar le otorgan un Analyst Rating de Silver.
SPDR® S&P US Dividend Aristocrats UCITS ETF (USDV)
El fondo aplica la metodología Dividend Aristocrats al mercado bursátil estadounidense para crear una cartera de empresas orientadas a los dividendos. El índice selecciona empresas con un largo historial de aumentos de dividendos y, por tanto, favorece naturalmente a las empresas con ventajas competitivas, perspectivas de beneficios estables y alta rentabilidad por dividendo. Las empresas se ponderan en función de la rentabilidad por dividendo y la cartera tiene un marcado sesgo hacia los valores de mediana capitalización. Estos valores presentan características de crecimiento del capital e ingresos por dividendos, en contraposición a los valores orientados puramente a la rentabilidad o al capital.
Según el análisis de Morningstar, el fondo seguirá ofreciendo una rentabilidad ajustada al riesgo atractiva, pero en ocasiones puede estar sujeto a periodos de alta volatilidad debido a su estilo. Para limitar el riesgo, esta estrategia selecciona empresas que hayan aumentado sus dividendos durante 20 años consecutivos. Sin embargo, como las empresas no están obligadas a pagar dividendos, no hay garantía de que sigan aumentando.
Los gastos corrientes (0,35%) son de los más bajos de la categoría. El fondo tiene una calificación cuantitativa Morningstar de Silver.
Xtrackers II Eurozone Government Bond UCITS ETF 1C (XGLE)
Los inversores en busca de estabilidad acudieron en masa a la deuda pública en 2022 y la historia se repitió con el inicio del nuevo año. En Europa, la categoría de fondos de deuda pública en euros (ETF incluidos) captó 16.700 millones de euros el año pasado y 2.500 millones en enero de 2023.
En un entorno en el que los tipos de interés ya han subido mucho, pero que parece que se mantendrán en niveles elevados durante mucho tiempo, los bonos del Estado de alta calidad son realmente una excelente opción en términos de relación rentabilidad-riesgo. El ETF de Xtrackers es una de las mejores opciones en este espacio y debería contrarrestar mejor la recesión económica, obteniendo una calificación Morningstar Analyst Rating de Gold.
La estrategia utiliza una réplica física de muestreo para seguir el índice iBoxx EUR Sovereigns Eurozone TR, que mide la rentabilidad de los bonos del Estado con grado de inversión emitidos en euros, con un vencimiento residual mínimo de al menos un año y un importe principal en circulación mínimo de 2.000 millones de euros. Los cuatro mayores emisores de la zona euro (Italia, Francia, Alemania y España) representan el 80% del valor del índice. El desglose por vencimientos es bastante equilibrado, con aproximadamente un 25-30% en emisiones a corto plazo, un 40-50% a medio plazo y un 25-30% a largo plazo. Los gastos corrientes son del 0,15%, por debajo de la media de la categoría.