Por primera vez en casi 20 años, el euro cayó este martes hasta la paridad con el dólar estadounidense, ya que el mercado preve un aumento del diferencial de los tipos de interés entre EE.UU. y la Zona Euro tras los buenos datos de empleo de la semana pasada en EE.UU.
"Los informes de empleo de junio subrayaron el sólido impulso del mercado laboral y reforzaron el deseo de los funcionarios de la Fed de subir los tipos en 75 puntos básicos en la reunión de julio", comentó Deutsche Bank. "Poco después del informe sobre el empleo, el presidente de la Fed de Atlanta, Bostic, indicó su "pleno apoyo" a otra subida de 75 puntos básicos en julio y esperó que no causara un daño prolongado a la economía". Mientras tanto, UBS dijo que espera que el Banco Central Europeo suba los tipos de interés en sólo 25 puntos básicos la próxima semana, su primera subida de tipos en años.
El euro ha experimentado una dramática pérdida de valor desde principios de febrero. La caída se aceleró en las últimas semanas al extenderse el temor de que Rusia, el principal proveedor de energía de la UE, fuera a cortar completamente los flujos de gas en represalia por las sanciones occidentales.
Pero no sólo el euro está cayendo: el lunes el dólar también tocó máximos de 24 años frente al yen y el índice del dólar estadounidense (que mide el valor del billete verde en relación con una cesta de seis monedas extranjeras) volvió a su nivel más alto desde octubre de 2002.
Gráfico Euro-Dólar
Qué esperar a continuación
En Europa, la inflación es un problema, pero ciertamente no es el único. El fantasma de una recesión en otoño es cada vez más concreto y, por si fuera poco, el viejo continente está experimentando una nueva ola de contagio de Covid. Por ello, el BCE tiene las manos atadas en comparación con su equivalente estadounidense, la Reserva Federal.
En definitiva, el mercado apuesta por que la Eurozona entre en recesión antes que Estados Unidos. Por eso espera que el BCE suba los tipos marginalmente en los próximos meses. Mientras tanto, la Reserva Federal los habrá subido a niveles impensables para la unión monetaria: 2,50% a finales de julio y probablemente 3% o más en septiembre.
El hecho es que el tipo de cambio euro-dólar se hunde porque los capitales fluyen hacia donde los tipos de interés son más rentables. Una serie de subidas agresivas de los tipos de interés por parte de la Reserva Federal, unida a la ralentización del crecimiento económico, mantendrá la presión sobre el euro, al tiempo que dirigirá a los inversores hacia el dólar estadounidense como refugio seguro. Esto significa que, en un futuro próximo, un escenario en el que el euro cotice por debajo del dólar estadounidense no es descabellado: los analistas de Goldman Sachs, Deutsche Bank e ING no se sorprenderían de ver el eurodólar por debajo de la paridad, rondando los 0,98-0,95 en las próximas semanas.
La debilidad del euro también está contribuyendo a la subida de los precios de las materias primas energéticas, lo que se traduce en facturas más altas para los europeos. Pero al mismo tiempo, el tipo de cambio afecta al comercio. En concreto, el hecho de que la moneda de la UE esté tan depreciada frente al dólar favorece las exportaciones europeas. Además, la ventaja del valor actual del euro podría materializarse también en el turismo. Durante esta temporada de vacaciones, los estadounidenses pueden sentirse animados a viajar a Europa precisamente por el tipo de cambio favorable.
¿Cuál es el impacto sobre su cartera?
El tipo de cambio es importante para los inversores europeos que tienen activos no denominados en euros en sus carteras. Dejar sus exposiciones a las divisas extranjeras sin cobertura podría suponer una apuesta implícita -y en la mayoría de los casos involuntaria-.
La rentabilidad de los valores extranjeros se compone del rendimiento del mercado del activo y del rendimiento de la divisa en la que cotiza. Si la moneda extranjera se aprecia frente a la local, el efecto será positivo, mientras que un euro más fuerte tendría un efecto negativo en el rendimiento global de la inversión.
Así que, en este caso, un dólar más fuerte no es una mala noticia en sí misma para los inversores expuestos a activos financieros denominados en dólares.