La Eurocopa que se acaba de celebrar con la victoria de Italia sobre Inglaterra nos ha ofrecido varias tandas de penaltis, tanto en la semifinal que perdió España como en la propia final. Muchos consideran los lanzamientos de penaltis como una auténtica lotería y suelen proponer que se repita el partido hasta que haya un ganador. Creo que antiguamente había esa opción. También hay que decir que hace muchos años en lugar de lanzar penaltis se tiraba una moneda al aire para decidir el ganador. Eso sí que era una auténtica lotería.
Lanzar penaltis no es una lotería. Hay jugadores que lanzan mejor que otros y es una disciplina que se puede entrenar. Pero hay algo que siempre me ha llamado la atención y que de alguna forma se puede relacionar con la inversión en fondos.
En la mayoría de los lanzamientos, el jugador suele elegir una esquina. Antes de ejecutar la pena máxima, tiene decidido si lo va a lanzar a la derecha o a la izquierda del portero, y si lo tira raso o a media altura, fuerte o despacito para engañar al guardameta (sí, hay algunos que la meten en alguna de las esquinas superiores o rozando el larguero, pero dudo de que la intención original fuera esa, ya que el tiro conlleva demasiado riesgo). El portero también suele elegir un lado hacia donde tirarse. A la izquierda o a la derecha. No digo que siempre se tire al azar. Algunos porteros han estudiado la forma de tirar del que va a ejecutar la pena máxima, pero, en definitiva, suele tirarse hacia un lado u otro.
Muy pocas veces he visto un portero quedarse quieto en la línea de gol. Y pocas veces también he visto al lanzador de penaltis elegir la opción de tirarlo al centro, sin complicarse la vida. Sin embargo, pienso que es la mejor opción (desgraciadamente no tengo estadísticas para soportar esto). Lo curioso es que, aparentemente, es la opción menos preferida por los jugadores. ¡Cómo va uno lanzar un penalti al centro, dónde está el guardameta! Es la opción menos preferida porque si el portero atrapa el balón, el fallo es clamoroso.
Lo mismo pasa con los inversores en fondos. Suelen tener la tendencia a disparar hacia los extremos. Suelen poner la mirada en los fondos más calientes del momento. Suelen elegir las opciones más arriesgadas (el tiro que roza el palo, imparable para el guardameta). Pero existe el riesgo de que la jugada salga mal y termine con fuertes pérdidas.
Muchas veces el inversor olvida que la mejor opción es la menos compleja y la que menos dudas genera, porque incógnitas hay muchas: ¿invertir en Europa o en Estados Unidos?, ¿incorporar o no a los mercados emergentes? ¿preferir el estilo value o el growth? Y un largo etc.
La opción más sencilla es un fondo o ETF de renta variable global que invierta en las bolsas mundiales (lo digo para los inversores que estén dispuestos a asumir el riesgo de la renta variable). No digo que, dentro de esa opción, uno no pueda intentar elegir un fondo de gestión activa frente a uno de gestión pasiva, pero si uno quiere simplificarse aún más la existencia, un fondo indexado es la solución.
Es como lanzar el penalti al centro. Ojo, no digo que el gol esté asegurado, pero creo que aumentamos las posibilidades de éxito.