Mirando el mercado hoy, es fácil olvidar dónde estábamos hace unos 15 meses. En marzo de 2020, según las estimaciones de flujos netos de Morningstar, los fondos con vocación a largo plazo domiciliados en Europa sufrieron salidas récord por valor de 246.000 millones de euros, una cifra asombrosa que empequeñece incluso el periodo más oscuro de la crisis financiera de 2007/09: octubre de 2008, cuando salieron de los fondos 108.000 millones de euros.
Al final, como suele ocurrir, los que tuvieron el valor de seguir invertidos fueron recompensados con creces. Muchos de los descensos de los mercados de la última década, incluido el desplome bursátil de 2008, se están convirtiendo rápidamente en recuerdos borrosos para la mayoría de nosotros. Pero son los inversores que soportaron estos tiempos difíciles los que salieron en mejor forma.
Sin embargo, la decisión de cambiar de estrategia de inversión o de vender un fondo no suele estar clara, ni siquiera en retrospectiva. Una vez que la decisión se ha asentado y la inversión se ha comportado bien o mal, la respuesta "correcta" depende de cada persona. Los criterios de venta no son una lista única que se adapte a todos los inversores, pero hay algunas situaciones en las que vender es especialmente desaconsejable. Christine Benz, directora de finanzas personales de Morningstar, recoge estos tres ejemplos clave.
Malos resultados a corto plazo
Casi nunca es una buena idea vender un fondo basándose únicamente en su escasa rentabilidad, especialmente a corto plazo. Por ejemplo, podría haber tenido la tentación de vender en la caída del mercado del año pasado, pero ahora sabemos que el desplome provocado por el coronavirus fue el más breve de la historia. En cambio, si un fondo va a la zaga de sus competidores o de un índice, lo primero que debe hacer es investigar el motivo. Podría ser que el gestor simplemente se atuviera a una estrategia de inversión que está en desuso, como ha sucedido con muchos fondos de valor en los últimos años. Pero la debilidad de los resultados también puede ser una señal de que algo más serio está en marcha - la propia investigación de Morningstar ha encontrado que muchos fondos activos no logran batir al mercado a largo plazo.
Investigar los fundamentos de una inversión puede llevar mucho tiempo, por lo que no hay que dejarse llevar demasiado por el análisis de los episodios de baja rentabilidad a corto plazo. La mayoría de los fondos, especialmente los que utilizan estrategias verdaderamente activas, irán a la zaga de sus homólogos en ocasiones, a menudo por muy buenas razones y a veces durante varios años o más (ese podría ser el caso de algunos fondos perfectamente sólidos y con una posición defensiva durante una subida del mercado, por ejemplo).
En su lugar, compruebe sus fondos cuando hayan tenido un rendimiento inferior durante largos periodos de tiempo o en un periodo en el que hubiera esperado que tuvieran un buen rendimiento. Si, por ejemplo, seleccionó un fondo por sus posiciones de bajo riesgo, pero perdió mucho más que sus competidores en 2020, es una razón legítima para preguntarse si algo de su estrategia cambió o si sus controles de riesgo no eran lo que usted pensaba. E incluso si el fondo no es malo, puede que no encaje bien en su cartera.
Rentabilidad inconsistente
En una línea similar, los inversores suelen ponerse nerviosos cuando los rendimientos relativos de un fondo son inconsistentes año tras año. Por supuesto, puede ser reconfortante ver que un fondo se sitúa en la mitad superior de su categoría como un reloj, y un pequeño puñado de fondos ha logrado generar clasificaciones de rentabilidad que han sido notablemente consistentes año tras año.
Pero si todos los fondos se ciñen a esa norma, se perderían algunas buenas propuestas que, si bien no son consistentes en un año natural, sí lo son en lo importante: emplean sus estrategias con disciplina y no vacilan, aunque el mercado no les recompense a corto plazo.
También es importante recordar que un año natural es un periodo de tiempo bastante corto y arbitrario, y un fondo que ha parecido errático en periodos de tiempo de enero a diciembre puede parecer perfectamente consistente cuando se mide en un marco de tiempo diferente de 12 meses, por ejemplo, de abril a marzo de cada año. Los inversores no deberían obsesionarse demasiado con la consistencia de la rentabilidad año a año a la hora de decidir qué mantener en sus carteras. El análisis de la rentabilidad anualizada puede ser una mejor manera de juzgar la rentabilidad a largo plazo, ya que suaviza los periodos buenos y malos para indicar la rentabilidad media que ha recibido un inversor cada año.
Noticias macroeconómicas
Las noticias macroeconómicas -ya sea la dirección de los tipos de interés en la Zona Euro, el aumento de la inflación o el crecimiento del PIB en China- suelen aparecer justo al lado de las noticias sobre la trayectoria del mercado. Y es cierto que lo que aparece en los titulares tiene el potencial de hacer que los mercados suban o bajen a diario, o incluso en plazos más largos. El problema es que cuando una noticia llega a los titulares, otros participantes en el mercado ya la han digerido y valorado.
Si decide vender su fondo basándose en esa noticia, probablemente llegará demasiado tarde. En su lugar, un mejor enfoque para los inversores, al menos en lo que respecta a sus carteras, es mantener la cabeza fría y centrarse en los factores que pueden controlar: su tasa de ahorro y sus gastos, la calidad de sus inversiones y los costes totales que pagan por esas inversiones. Es muy beneficioso dejar de lado el ruido cuando se trata de gestionar su cartera.