Los inversores en fondos de gestión activa suelen gestionar sus propias carteras de inversión: les gusta tomar sus propias decisiones y construir sus propias carteras. Para ellos, intentar batir al mercado y ser más astutos que los demás es casi un deporte.
Pero no todos los inversores son tan activos. Muchos inversores no tienen la capacidad o el deseo de dedicar tanto tiempo y esfuerzo a sus inversiones. Les interesa más el fin que los medios. En este caso, puede tener sentido dejar que un asesor independiente encuentre una solución para su situación financiera personal.
¿Cuándo merece la pena recurrir a la experiencia de un asesor? Para determinarlo, hágase las siguientes preguntas:
¿Cuáles son sus objetivos?
¿Cuál es el objetivo del inversor? ¿Conseguir algo de dinero algo de dinero en caso de éxito, y sin demasiado daño en caso de fracaso? ¿O es la inversión un elemento de un plan financiero a largo plazo del que depende en gran medida su situación financiera?
En este último caso, es importante limitar el riesgo y garantizar la seguridad. Aquí es donde entra en juego el asesor: un experto puede definir un camino para el futuro basado en sus posibilidades y deseos financieros, seleccionando los productos de inversión adecuados y su nivel de riesgo.
¿Quiere incorporar una dosis de seguridad financiera a su pensión? El asesor puede confeccionar una cartera con un riesgo medido a lo largo de su jubilación. ¿O quiere generar más dinero a corto plazo para pagar una hipoteca o acelerar su pago? El asesor puede entonces ayudarle a seleccionar las inversiones que asumen más riesgo para proporcionarle mayores rendimientos.
¿Tienes tiempo suficiente?
¿Tiene tiempo para gestionar las inversiones y está dispuesto a dedicarlo? ¿O prefieres gastarlo en otra cosa? Si es así, utilice el tiempo de un experto. Le costará dinero, pero las posibilidades de obtener un alto rendimiento son mayores cuando recurre a un experto que cuando lo hace usted mismo sin el tiempo o la atención suficientes.
Invertir requiere tiempo y esfuerzo, y sólo se puede tener éxito si se invierte suficiente tiempo y esfuerzo. Por supuesto, eso no garantiza nada, pero si no lo haces, sólo podrá confiar en la suerte. Hacerlo todo uno mismo sólo tiene sentido si lo hace bien. En todos los demás casos, déjelo en manos de un profesional.
¿Tienes suficientes conocimientos?
¿Qué sabes sobre inversiones? ¿Conoce las acciones, los bonos, las tendencias macroeconómicas, las empresas y sus características? ¿O está preparado para adquirir estos conocimientos? Si es así, hágalo. Si no es así, utilice los conocimientos que ya tiene un asesor profesional.
Un asesor profesional conoce los distintos tipos de productos de inversión, sus características y riesgos, lo que constituye la base para explorar las opciones más adecuadas a su situación personal.
Si no tiene los conocimientos necesarios, no estará a la altura de la tarea y, por lo tanto, es probable que no tenga la capacidad de lograr rendimientos equivalentes. Se perderá o se equivocará de productos o estrategias y acabará con una cartera de inversiones inferior a la que podría tener.
¿Quieres una segunda opinión?
Aunque pueda pensar que puede gestionar sus inversiones sin preguntar a nadie, consultar a un asesor es una buena forma de obtener una segunda opinión para poner a prueba sus ideas y decisiones. Una vez que haya definido una estrategia y construido una cartera, puede tener sentido recurrir a un experto independiente para que arroje nueva luz sobre el resultado de sus esfuerzos.
Además, cuanto más dependa su situación financiera de sus inversiones y más críticos sean sus objetivos financieros, más probable será que un asesor financiero añada valor a su estrategia financiera.