¿Demasiada tecnología en cartera?

Si este es el caso, puede considerar la posibilidad de añadir una contrapartida a esta sobreponderación en su cartera.

Amy C. Arnott 27/11/2020
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Aunque no posea acciones o fondos del sector tecnológico, su cartera puede contener más de lo que cree. El sector representa actualmente el 24% del S&P 500.

Los servicios de comunicaciones, que es el territorio elegido por los líderes tecnológicos mundiales como Alphabet (GOOGL), Facebook (FB) y Twitter (TWTR), constituyen otro 11% del índice al 31 de octubre de 2020.

Los líderes tecnológicos han dominado las rentabilidades del índice durante siete años consecutivos; como resultado, las empresas más grandes del índice son todas grandes nombres como Apple (AAPL), Microsoft (MSFT), Amazon.com (AMZN) y Facebook (Amazon forma parte oficialmente del sector de consumo discrecional, pero está claramente relacionado con la tecnología). Estas cinco compañías por sí solas representan ahora alrededor del 23 por ciento del valor del índice.

Dado que el S&P 500 es un índice tan ampliamente utilizado, miles de fondos indexados, ETFs y fondos gestionados activamente también tienen una fuerte participación en el sector de la tecnología. Si bien hay buenas razones para el creciente dominio de la tecnología, también hay que tener cuidado. En este artículo, examinaré más de cerca lo que ha causado el aumento de las acciones de tecnología, por qué esto podría ser un problema para los inversores y cómo ajustar la cartera para mitigar el riesgo.

 

La marea creciente

En los últimos 31 años, la ponderación del sector tecnológico casi se ha triplicado como porcentaje del S&P 500. Durante este período, ha llegado a ser tan bajo como el 6,3% (a finales de 1992) y tan alto como el 33% (en agosto de 2000). El pico del año 2000, por supuesto, marcó el comienzo del fin de la burbuja tecnológica, durante la cual cientos de startups tecnológicas volvieron abruptamente a la realidad. Las compañías de tecnología más establecidas se mantuvieron mejor, pero también experimentaron caídas significativas. Entre 2000 y finales de 2003, el Morningstar Technology Index de Estados Unidos perdió más del 70% de su valor en términos acumulados.

 

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Desde entonces, el sector ha seguido creciendo, con sólo un descenso temporal en el cuarto trimestre de 2018 debido al nerviosismo de los mercados financieros. Las acciones de tecnología incluso se mantuvieron mejor que la media cuando la llegada del coronavirus sacudió los mercados en marzo de 2020. Más recientemente, algunos han llegado incluso a describir la tecnología como un refugio seguro.

 

¿No está preocupado?

El tamaño de la ponderación de un sector no significa necesariamente en sí mismo que una corrección sea inminente. Las valoraciones representan la sabiduría colectiva de los participantes en el mercado en cuanto al valor subyacente de cada empresa. A medida que cambia la naturaleza de la economía, también lo hace la ponderación relativa de cada sector. Retrocediendo en el tiempo hasta el siglo XIX, la agricultura representaba más de un tercio de toda la producción de la economía de los Estados Unidos, para luego disminuir gradualmente hasta el 20% a finales del siglo. Análogamente, los ferrocarriles representaron hasta dos tercios de las acciones del índice compuesto S&P 500 en el decenio de 1870, pero sólo una pequeña parte cuando se lanzó el S&P 500 en 1957.

Muchos de los cambios más recientes en las ponderaciones de los sectores también reflejan cambios en la naturaleza de la economía. Estas ponderaciones pueden remontarse a septiembre de 1989 (cuando aparecieron por primera vez los datos sectoriales de Morningstar) para ver cómo ha cambiado la composición general del mercado a lo largo del tiempo. En los últimos 31 años, todos los sectores tradicionales de la economía (materiales básicos, energía, valores de consumo e industriales) han disminuido, mientras que la tecnología, la atención de la salud, los servicios de comunicaciones y los servicios financieros han aumentado en términos porcentuales.

 

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En gran medida, estos cambios reflejan las contribuciones económicas subyacentes de cada empresa.  Por ejemplo, si agregamos todos los estados financieros de las empresas del Índice S&P/TSX, el sector de la tecnología represente un porcentaje importante de los ingresos totales, los ingresos de explotación y los flujos de efectivo libre generados en los últimos 12 meses. Todos estos factores son fundamentales para determinar el valor subyacente de una empresa.

Además, el valor de las acciones está orientado hacia el futuro, y las grandes ponderaciones tecnológicas también reflejan la expectativa de que las empresas del sector seguirán generando un crecimiento superior a la media. De hecho, las estimaciones de los analistas de Wall Street sobre el crecimiento medio de los ingresos en cinco años son más elevadas para las empresas del sector de la tecnología que para casi cualquier otro sector. Las tendencias positivas que impulsan el crecimiento en el sector de la tecnología no muestran signos de disminuir a corto plazo. Entre los ejemplos figuran la aceleración de las herramientas digitales en todos los aspectos de la vida, las normas de la industria móvil 5G y las tecnologías de aumento de la productividad como la inteligencia artificial y la robótica.

 

Señales de peligro

Pero incluso si la tecnología cumple con sus altas expectativas de crecimiento, cabe preguntarse si no son demasiado altas las suposiciones incorporadas en el precio actual de las acciones.

Los analistas de acciones de Morningstar calculan las estimaciones del valor razonable de cada una de las acciones que cubren, basándose en modelos detallados de los flujos de efectivo libre proyectados (y descontados al valor actual). Sobre esta base, las valoraciones de las acciones de tecnología parecen un poco demasiado caras. A fecha del 12 de noviembre de 2020, la media de las acciones de tecnología en el universo que cubrimos cotizaba con una relación precio-valor justo (price/fair value) de 1,12, ligeramente inferior a su reciente pico en 2020, pero todavía a un nivel relativamente alto.

 

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Otras medidas de valoración también parecen ser altas en relación con los niveles históricos, como se muestra en la ilustración que figura a continuación. La relación media entre el precio y los beneficios, el precio sobre el valor en libros, el precio sobre el flujo de caja y el precio sobre ventas han aumentado en los últimos años. Tres de estas cuatro medidas son actualmente más altas que a finales de 2000. Los datos históricos de la relación precio/flujo de efectivo de Morningstar sólo están disponibles desde 2009, pero esta medida también está muy por encima de los niveles históricos.

 

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Carteras para los inversores que desconfían de la tecnología

Ninguno de estos datos es una señal de alerta que sugiera que los inversores deben alejarse de las acciones de tecnología. Aun así, creo que hay suficientes pruebas para llamar a la cautela.

Un primer paso lógico es calcular su exposición exacta al sector. Además de las fuertes ponderaciones en la mayoría de los índices bursátiles, cualquier acción individual que pudiera poseer se ha inflado a niveles sorprendentes. Si tiene en cartera empresas como Microsoft, Apple y Electronic Arts (EA), ésta sufre precisamente de este problema. Para empeorar las cosas, muchos de estos valores han registrado grandes ganancias, lo que hace que la perspectiva de vender no sea atractiva. Una forma de reducir la exposición a la tecnología es considerar la posibilidad de añadir posiciones en otros sectores como contrapeso. Muchos fondos internacionales de renta variable global tienen una ponderación mucho menor en las acciones de tecnología, al tiempo que ofrecen los beneficios de una diversificación más amplia. Añadir un fondo de valor o fondo value es otra forma de compensar los valores de crecimiento impulsados por la tecnología que han dominado el mercado en los últimos años. Por último, considere la posibilidad de añadir una pequeña apuesta en sectores que históricamente han tenido una menor correlación con el sector de la tecnología, como la energía, los servicios públicos o el inmobiliario.

 

Conclusión

La creciente ponderación de las acciones tecnológicas en la mayoría de los índices de mercado refleja en gran medida los sólidos fundamentos del sector y su capacidad para añadir valor económico. No hay razón para creer que estos factores vayan a revertirse. Y no parece que vayamos a reproducir los excesos que llevaron a la burbuja tecnológica en 1999 y 2000: exuberancia irracional sobre el valor actual de los beneficios futuros y financiación excesivamente generosa de las nuevas empresas y las ofertas públicas de venta. Aun así, tal vez los inversores deberían considerar la posibilidad de añadir una ligera contrapartida a las carteras con una alta ponderación en tecnología.

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Sobre el Autor

Amy C. Arnott  es analista de acciones para Morningstar

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