Estoy convencido que si le presentamos a un grupo de inversores dos fondos, uno que haya obtenido una rentabilidad muy por encima de la media en los últimos años y otro con un rendimiento relativo muy pobre, la inmensa mayoría elegiría el fondo más rentable. Parece, en efecto, la elección más lógica porque pensamos que si un fondo lo ha hecho bien en el pasado lo más normal es que siga haciéndolo bien en el futuro. El ser humano tiene tendencia a sobreestimar los que lo hacen bien y a infraestimar aquellos que lo hacen mal.
Pero la realidad puede que sea algo diferente. Hace algunos años nuestro equipo de analistas en Estados Unidos perpetró un estudio francamente interesante para comprobar si los gestores que han sido “buenos” en el pasado siguen siendo “buenos” en el futuro.
Para ello analizaron varias categorías de fondos de renta variable americana repartiendo los fondos en cuartiles (un fondo que se sitúa en el primer cuartil significa que se encuentra entre el 25% de fondos más rentables del periodo analizado) y comprobando qué porcentaje de fondos seguían perteneciendo a ese primer cuartil tres, cuatro o cinco años más tarde.
El resultado es el siguiente. Si bien es cierto que a un año vista los fondos más rentables siguieron mostrando un comportamiento superior a la media en cuanto a rentabilidad, pasados tres, cuatro y sobre todo cinco años apenas entre un 10% y un 20% de los fondos lograron mantener su posición dentro del primer cuartil de sus respectivas categorías.
Como conclusión diría que comprar un fondo simplemente porque lo ha hecho bien en el pasado no es garantía de éxito de cara al futuro: la rentabilidad pasada no es una buena guía para la rentabilidad futura.
La rentabilidad es desde luego un aspecto importante a tener en cuenta. Un fondo lo puede estar haciendo bien o mal por una serie de motivos que conviene identificar, pero el análisis no puede pararse ahí.