Nota: Este artículo no constituye una recomendación de compra o de venta de los productos mencionados. No soy asesor financiero. Las ideas mencionadas son ideas personales y no tienen por qué coincidir con la opinión de Morningstar.
Si tuviera que resumir en una frase la estrategia que defendemos en Morningstar para el inversor particular que tiene un horizonte de inversión a largo plazo sería la siguiente: “comprar, mantener y reequilibrar”. Sobre el papel, la estrategia ha dado buenos resultados a largo plazo. Digo sobre el papel, porque en realidad es una estrategia que pocos inversores han tenido la oportunidad de poner en práctica. No es que sea difícil de implementar. Todo lo contrario. Es quizás la más simple de todas.
Sólo se necesitan 3 buenos fondos: un buen fondo de renta variable global, un buen fondo de renta fija y un fondo monetario (podríamos discutir si es necesario o no tener un fondo monetario; mi opinión es que sí, como activo semi-refugio, ya que en el contexto de tipos de interés negativos es poco atractivo mantener a largo plazo un fondo de renta fija).
Supongamos que empiezo a invertir el capital en el fondo de renta variable porque se supone que es el tipo de activo que más rentabilidad generará a largo plazo. Hasta aquí, todo claro. Las dudas empiezan cuando uno genera un ahorro periódico (por ejemplo, mensual) y se pregunta dónde invertir ese dinero. Podríamos tirar por la vía del centro y aportar sistemáticamente al fondo de renta variable (para eso hay que asegurarse de que el fondo permite aportaciones periódicas de cantidades pequeñas). Es una opción que tiene la ventaja de evitar complicaciones emocionales y de sistematizar la estrategia al máximo (es muy simple, pero muy sistemática). En este caso, no habría rebalanceo. Todo al rojo, teniendo claro, eso sí, que el patrimonio sufrirá la volatilidad de la renta variable, para bien o para mal.
Otra opción es complicar un poco la estrategia, introduciendo el concepto del rebalanceo. La idea es ir traspasando dinero de los fondos más rentables a los fondos menos rentables. Hay que tener claro que, tanto en un mercado alcista como en un mercado bajista, esta estrategia va a detraer rentabilidad a la cartera a corto plazo. En un mercado alcista, porque iremos reduciendo la exposición a bolsa a medida que está suba, y, en un mercado bajista, porque iremos incrementando posiciones en un activo que va disminuyendo de precio. Psicológicamente, no siempre es fácil de asumir porque la comparativa con los índices de referencia puede ser desfavorable a corto plazo. Pero a largo plazo tiene la ventaja de reducir el riesgo y la volatilidad de la cartera.
Reconozco que soy partidario de este tipo de estrategia anticíclica. Me siento cómodo con ella, pero también entiendo que no es fácil de poner en práctica. ¿Cuándo debe uno realizar el rebalanceo? No hay ninguna regla escrita sobre ello.
Personalmente me baso en la rentabilidad obtenida en función del objetivo de rentabilidad a largo plazo y del tiempo que he mantenido la inversión en cartera. Es fácil de entender. Mi objetivo de rentabilidad es entre un 8 y un 10% anual a largo plazo (para mí, el largo plazo son al menos 10 años). Es algo más que la media histórica del mercado (6-7% anual), pero es que, si mi objetivo es obtener esa rentabilidad media, no me complicaría la existencia: compraría un ETF o un fondo indexado sobre el MSCI World y a correr. No creo que obtener un 10% anual a largo plazo sea fácil. Me parece complicado, pero obviamente, es más fácil de conseguir tras un recorte del 20% que ha sufrido el mercado desde sus máximos.
Decía hace unas líneas que mis movimientos de cartera dependerán de la rentabilidad obtenida en función del tiempo de permanencia de la inversión y siempre con la mente puesta en el objetivo propuesto. Quiero decir que no es lo mismo obtener un 10% en 1 año que un 10% en 1 mes. Soy prudente por naturaleza y ante una rentabilidad extraordinaria en un espacio muy corto de tiempo, prefiero acumular ganancias que me sirvan para conseguir mi objetivo aún a expensas de pasar por la taquilla de Hacienda en el caso de los ETFs (tarde o temprano habrá que pagar impuestos).
Cambios en la cartera habrá de todas formas porque me propongo hacer aportaciones mensuales. Esos cambios (compras o ventas) no se harán sistemáticamente en un momento determinado, sino que dependerá de los movimientos de los mercados. En algunas situaciones no descarto mantenerme en liquidez (es la gran ventaja del inversor particular sobre el gestor profesional).
Como cualquier inversor tengo mis propias opiniones sobre el mercado que, como indico en el aviso al principio del artículo, pueden diferir de la opinión de Morningstar. Pero también utilizaré la visión de nuestros analistas para encontrar ideas de inversión.