En bolsa, Tesla es objeto de una verdadera adulación. El fabricante de coches eléctricos, paneles solares y soluciones de almacenamiento de electricidad ha visto el precio sus acciones subir un 89% desde principios de año, y tiene ahora una capitalización de casi 141.000 millones de dólares.
Sólo Toyota Motor lo supera con 197.000 millones de dólares, pero uno se pregunta por cuánto tiempo (Volkswagen o General Motors tienen respectivamente 91.000 y 48.000 millones de dólares de capitalización de mercado...).
La razón de la reciente aceleración de la cotización sería el anuncio de Panasonic, el socio de producción de baterías de Tesla, de una mejora significativa de sus resultados.
Lo más difícil para los inversores es distinguir entre las buenas noticias y el grado de integración que tienen esas noticias en el precio de las acciones. Tesla sólo produjo 365.000 vehículos en 2019. La compañía informó la semana pasada que alcanzó una velocidad de crucero de 415.000 vehículos según los datos del cuarto trimestre. Esto es bueno, pero todavía hay mucho que hacer para que Tesla sea un líder en la industria automotriz.
A pesar de que la empresa ha alcanzado a toda la industria automotriz y es la más establecida en el segmento considerado como el más prometedor, dadas las preocupaciones de los consumidores y la presión de los reguladores, Tesla no tiene margen de error.
Al precio actual, las acciones están 91 veces por encima de sus expectativas de ganancias a 12 meses, lo que refleja un escenario muy optimista, por no decir exuberante.
Los últimos resultados de la compañía han reforzado sin duda la posición más optimista. Tesla generó un flujo de caja libre de 1.000 millones de dólares en 2019, gracias a un cuarto trimestre fuerte, pero eso se debe en parte a que los gastos de capital disminuyeron de 2.100 millones de dólares en 2018 a 1.300 millones de dólares en 2019.
Del mismo modo, si bien el posicionamiento "verde" de la empresa no está en duda para muchos inversores, Sustainalytics asigna a la empresa una puntuación alta de riesgo ESG (31,4), que se refiere tanto a la gobernanza empresarial como a la gestión del ciclo de productos. Aunque Tesla ha mejorado su generación de efectivo y parece ser capaz de aumentar su producción de automóviles, la empresa necesita lograr importantes economías de escala para seguir generando aún más efectivo y reducir su deuda (7.300 millones de dólares).
Por el momento, Elon Musk, el director general de la empresa, ha descartado acudir al mercado para reforzar los fondos propios, una posición que sólo es defendible si la generación de caja sigue mejorando.
Además, aunque Tesla es un pionero indiscutible en el segmento del coche eléctrico, sólo es el líder del mercado estadounidense. En Europa o China, Tesla tiene que hacer frente a la electrificación del parque automovilístico por parte de los fabricantes "históricos".
Por último, el mercado de los vehículos eléctricos, aunque crece rápidamente, sigue representando sólo una pequeña fracción del mercado automovilístico mundial. Se estima que en 2019 se vendieron 2.450.000 vehículos eléctricos en todo el mundo, lo que representa el 2,6% del mercado mundial de automóviles (frente a unos 550.000 en 2015 o el 0,6%).
Ante el aumento del precio de las acciones de Tesla, parece que los inversores prefieren ignorar estos elementos y parecen atrapados por un sesgo de confirmación. Cualquier buena noticia que apoye la idea de que Tesla es la acción a mantener en este momento contribuye al aumento de la cotización.
Todo lo que debería llevar a una mayor reflexión es relegado a un segundo plano. Por el momento. En estos niveles de valoración, una cosa es cierta: la dirección de Tesla ya no puede permitirse cometer errores y tendrá que atenerse a los objetivos que comunican al mercado.