Influenciados por las fluctuaciones del mercado y la rentabilidad de los fondos, así como por una serie de sesgos psicológicos, los inversores tienden a querer predecir el momento adecuado para entrar y salir de los fondos (conocido como "timing").
A largo plazo, esta decisión es costosa, según un estudio de Morningstar: en Europa, este coste se estima en una media de 53 puntos básicos (0,53%) al año.
La cuestión de cuándo entrar o salir de un fondo ha sido especialmente perjudicial para los inversores en fondos de renta variable y de renta fija, y algo menos para los fondos mixtos, según el análisis de Morningstar.
Es también el caso de los fondos más volátiles comparados con los que tienen un perfil de rentabilidad más suave. Nuestro estudio se basa en el análisis de más de 16.000 clases de fondos a lo largo de períodos renovables de 5 años.
Como ilustramos en el siguiente gráfico, los inversores en fondos europeos registraron una rentabilidad del 4,78 %, mientras que la rentabilidad real de los fondos fue del 5,31 % de media en los períodos de cinco años de 2010 a 2018.
Los inversores europeos han demostrado ser aún peores que en otras partes del mundo (Australia, Corea del Sur, Singapur, Taiwán, el Reino Unido o los Estados Unidos).
Los fondos de acciones son la clase de activo en los que las entradas y salidas de fondos se han visto penalizadas, debido a la volatilidad de los mercados de renta variable.
Pero es en el universo de los bonos donde los errores de timing han costado más a los inversores, especialmente durante las fases de crisis financiera, como la crisis de la Eurozona en el primer semestre de 2010.
La otra lección del estudio es que cuanto más arriesgada es una clase de activos, más difícil es para los inversores controlar sus emociones, lo que afecta a su capacidad de elegir el momento adecuado para invertir o desinvertir.