Invertir en la temática del dividendo ha demostrado ser una elección acertada, especialmente en el mercado estadounidense. En Estados Unidos, S&P Dow Jones elabora un índice, el S&P 500 Dividend Aristocrats, que hace un seguimiento de las empresas que pueden aumentar sus dividendos a lo largo de 20 años y que luego se clasifican de acuerdo con su rentabilidad por dividendos, así como con criterios más tradicionales de capitalización de mercado y liquidez.
La brecha de rendimiento entre este índice y el índice tradicional S&P 500 es cada vez mayor desde la crisis financiera de 2008, lo que significa que las empresas estadounidenses capaces de ofrecer visibilidad sobre sus flujos de caja y dividendos han obtenido mejores resultados que el resto del mercado. Esa diferencia de rendimiento quizás no sea excepcional en estos últimos 10 años (una diferencia del 13% entre los dos índices), pero en un período más largo (desde 1990) es particularmente significativa (81,5%).
Fuente: Morningstar Direct
Mientras que la rentabilidad del S&P 500 en los últimos diez años ha sido impulsada en gran medida por el excelente rendimiento del sector tecnológico (alrededor de un cuarto de la capitalización bursátil del índice), el universo de los "aristócratas de los dividendos" sólo está expuesto a un 3% en este sector (según los datos de agosto de 2019).
En otras palabras, hay otros sectores – como el consumo defensivo, los servicios financieros o la industria- que han sido fuente de la mayor rentabilidad del índice de "aristócratas". El hecho de que esté relativamente menos diversificado (alrededor de 100 acciones frente a las 500 del índice de referencia) también debería explicar probablemente la diferencia de resultado.
Por supuesto, no hay indicios de que las empresas que han podido pagar y aumentar sus dividendos en los últimos 20 años puedan seguir haciéndolo, especialmente en un entorno económico menos prometedor.
Dicho esto, las empresas que son capaces de aumentar sus dividendos lo hacen porque están en negocios en constante crecimiento, a veces menos cíclicos que otros sectores, y especialmente porque están bien gestionadas y son capaces de generar niveles visibles de rentabilidad y flujos de caja a largo plazo.
Si bien la búsqueda de dividendos no es un fin en sí mismo y no puede ser el único criterio para la selección de acciones, es un elemento cualitativo que puede revelar empresas de calidad, bien gestionadas y capaces de crecer a largo plazo.