La sostenibilidad, especialmente en relación con las cuestiones medioambientales y de género, ha ganado gran popularidad en la industria financiera mundial en los últimos años. Se han multiplicado las campañas publicitarias de gestoras que invitan a los inversores a "marcar la diferencia" tomando decisiones de cartera más respetuosas con la naturaleza o que tengan un impacto positivo en las comunidades locales o en el gobierno corporativo. Estas campañas tienen el mérito de dar a conocer las inversiones sostenibles a un público muy amplio de ahorradores, mientras que hasta hace pocos años era un tema casi exclusivo de los profesionales. También ponen de manifiesto la variedad de enfoques socialmente responsables y aumentan la conciencia de la necesidad de pensar en la cartera de una manera más holística y a largo plazo.
Más importancia para los factores ESG
Estudios recientes demuestran la importancia que los criterios ESG están adquiriendo en las decisiones de los inversores institucionales. Según una encuesta realizada por el Instituto Morgan Stanley para las Finanzas Sostenibles y Morgan Stanley Investment Management, realizada entre 118 gestoras de planes de pensiones, fondos soberanos, fundaciones, compañías de seguros, etc., el 70% ya ha implementado estrategias sostenibles. En particular, el 49% lo hizo en el conjunto de la cartera, mientras que el 21% sólo lo hizo en una parte.
El 78% afirma haber actuado en esta dirección para "gestionar el riesgo", pero los enfoques son muy diferentes. De hecho, bajo el paraguas de ESG hay diferentes niveles de participación de las instituciones financieras.
Cuatro grados de compromiso
Se pueden distinguir cuatro enfoques que reflejan diferentes grados de compromiso: conciencia, integración, resultado e impacto.
1) Conciencia ESG
El primer enfoque consiste en poner los datos y el análisis de ESG a disposición de los analistas y gestores de cartera y dejar que ellos decidan cómo utilizarlos. En esencia, el folleto no contiene ninguna obligación sobre el uso de criterios de sostenibilidad. En nuestra opinión el número de estos productos seguirá creciendo a medida que las empresas de inversión pongan cada vez más información sobre sostenibilidad a disposición de los equipos de gestión.
2) Incorporación ESG
El segundo enfoque considera que los factores medioambientales, sociales y de gobernanza son necesarios para un análisis más exhaustivo, pero sigue siendo uno de los muchos criterios de evaluación pertinentes para la toma de decisiones de inversión. En este caso, sin embargo, el gestor de activos hace explícito este compromiso y lo formaliza en los documentos de información. Entre las empresas de gestión que han elegido este camino están, por ejemplo, J.P. Morgan, Morgan Stanley o Schroders.
3) Resultado ESG
El tercer enfoque es que los factores de sostenibilidad jueguen un papel importante en el proceso de inversión, con el resultado de que las empresas con el mejor perfil ESG, de acuerdo con los criterios utilizados, están dentro de la cartera. Un ejemplo es la selección de los “best-in-class”, que consiste en elegir las empresas con la mejor puntuación sostenible dentro de cada sector. A menudo, los criterios de exclusión se utilizan para ciertas industrias, como las armas, el tabaco o el alcohol.
4) Impacto ESG
El cuarto enfoque se caracteriza por la búsqueda, junto con el rendimiento financiero, de un impacto positivo en la sociedad civil y/o el medio ambiente. Esta estrategia incluye la participación activa en reuniones de las empresas de la cartera para involucrarlas en temas de ESG y apoyar el cambio positivo. En algunos casos, el enfoque es temático (bajo en carbono, equidad de género, etc.); en otros, se utilizan los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas (SDG).
La tendencia de los últimos años sugiere que la oferta de productos sostenibles seguirá creciendo, pero también diferenciándose. La inclusión de las evaluaciones ESG se convertirá en una parte integral de lo que significa invertir. Sin embargo, los inversores tendrán que aprender a conocer y elegir los diferentes enfoques para evaluar los que mejor se adapten a ellos y distinguir lo que es verdaderamente sostenible de lo que es el marketing y la imagen.