Las comisiones sobre resultados son un tema controvertido para los inversores. A algunos les gustan, mientras que otros los ven como un coste adicional a la inversión en fondos gestionados activamente.
La pregunta es: ¿incentivan a los gestores de fondos a trabajar más duro y a conseguir mejores resultados?
Con una comisión fija, el peligro para un gestor de fondos en un año de rendimiento inferior es indirecto. Algunos inversores podrían vender sus participaciones y afectar a las nuevas suscripciones. Con una comisión sobre resultados, el peligro está claro y presente: seguir el índice significa no cobrar.
Por lo tanto, los gestores que se mantienen firmes en cobrar comisiones sobre rentabilidad trabajarán más duro, y presumiblemente con más destreza, que los que trabajan más cómodamente.
Esa es la teoría. Personalmente, soy escéptico. Muchas de las conclusiones académicas que soportan las compensaciones variables se obtienen a través de la ingeniería inversa. Los profesores repasan cómo funcionan los negocios, y luego explican por qué esas políticas son óptimas. Otras ciencias sociales no funcionan así. No parten del precepto de que lo que existe actualmente es ideal.
Suponiendo que la comisión sobre resultados se calcula sobre un período suficientemente largo para mitigar los problemas de los gestores que intentan jugar con el sistema, es difícil ver qué daño podría derivarse de la aplicación de dichas comisiones. Es poco probable que sean peores que el sistema que reemplazarían.
Las comisiones variables son peligrosas para los gestores
El problema es que para las gestoras de fondos no es lo mismo predicar que dar trigo. Una cosa es hacer publicidad con las ventajas de la gestión activa y otra muy distinta es poner la fortuna de la gestora detrás de esa apuesta. Aquellos que gestionan fondos alternativos, por ejemplo, aceptan las recompensas por el éxito, pero no las penalidades por el fracaso. Pedir a las gestoras de fondos que apuesten sus beneficios es mucho pedir.
Pero es un reto que me gustaría que se aceptara. La industria de fondos tiene una gran variedad de clases de participaciones. ¿Por qué no crear una más, la clase “P”, que utilizara exclusivamente una comisión sobre resultados? El riesgo, al menos inicialmente, sería mínimo para la gestora, porque casi todos los activos estarían en las otras clases de acciones.
Luego, habría que garantizar al gestor una parte de la comisión de rentabilidad generada a partir de los activos en la clase P, en caso de que al fondo le vaya bien. Por el contrario, un mal resultado para el fondo significaría una reducción de la bonificación para el gestor.
No sabemos realmente si esto mejoraría las rentabilidades del fondo, pero porqué no intentarlo…