Una reflexión que he oído en algunos inversores particulares es la siguiente: “si los tipos en Estados Unidos están muy por encima de los tipos en la Zona euro, ¿porqué no invertir en un fondo de bonos estadounidense a corto plazo con la divisa cubierta? Obtendríamos la recompensa de unos tipos de interés más altos, pero sin asumir el riesgo dólar”.
Sobre el papel, la idea parece en efecto atractiva. Los bonos de elevada calidad (rating triple A) a 2 años de la Eurozona ofrecen en la actualidad un rendimiento del -0,6% mientras que los bonos del Tesoro americano ofrecen a ese plazo casi un 2,7%.
¿Qué es lo que puede estropear esta jugada perfecta (a parte de que los bonos a corto plazo pueden seguir subiendo y provocar pérdidas en los fondos que invierten en ellos)? Respuesta: el coste de la cobertura de divisas.
Muy pocos inversores particulares son conscientes de lo que supone ese coste. Veámoslo con un pequeño ejemplo. Si no tuviéramos en cuenta el coste de la cobertura de divisa deberíamos obtener más o menos la misma rentabilidad en euros invirtiendo en la clase cubierta en euros que la rentabilidad en dólares invirtiendo en la clase del mismo fondo en dólares (suponiendo evidentemente que las dos clases tienen los mismos costes).
En la práctica
Tomemos el ejemplo del Janus Henderson US Short Term Bond. El inversor en la clase en dólares hubiera obtenido una rentabilidad en dólares del 0,19%.
Sin embargo, el inversor que hubiera elegido la clase cubierta a euros de ese mismo fondo hubiera sufrido una caída del 2,5% en euros. La diferencia entre ambas rentabilidades (2,69%) se debe en gran parte (aunque no en su totalidad) al coste de la cobertura de divisa.
Eso es lo que dice la práctica. Y coincide con lo que dice la teoría( llamada de paridad de tipos de interés), según la cual el coste de la cobertura corresponde al diferencial de tipos de interés.