La inversión de bajo coste es extremadamente importante, y uno debe celebrar la reciente aparición de fondos con coste cero. Sin embargo, hay que saber que no es una propuesta libre de riesgos.
El patrimonio de los fondos pasivos sigue aumentando a tasas asombrosas sin señales de ralentización. Esta tendencia ha recibido otro impulso, ya que Fidelity ha sido el primer proveedor en ofrecer productos sin coste a los inversores estadounidenses, con dos ETFs que proporcionan un amplio acceso a los mercados de valores locales e internacionales.
Esto ha suscitado una reacción generalizada, desde el cinismo hasta los aplausos. Tenemos una visión bastante pragmática de la cuestión y esperamos arrojar algo de luz relacionándola con la difícil situación futura de un inversor en distintos tipos de activos. Pero lo más importante es preguntarnos si este tipo de desarrollos ayudan a los inversores a alcanzar sus objetivos financieros.
Dilema 1: Recordando el objetivo
Uno no debería subestimar el cambio psicológico que los recientes desarrollos pueden tener. Sin comisiones ni inversiones mínimas, este desarrollo podría dar paso a una nueva era de inversión. En este sentido, es difícil ver tales desarrollos como algo que no sea positivo, aunque moderaríamos el entusiasmo ciego animando a los inversores a pensar en lo que están tratando de lograr.
Para los inversores multi-activos, la atención debe centrarse en el objetivo, ya sea ahorrar para la jubilación, lograr seguridad financiera o maximizar las rentabilidades netas de comisiones. Todo esto es distinto de invertir de la forma más barata posible. Por ejemplo, una de las preocupaciones que se derivan de esta medida es que los inversores particulares pueden inclinarse por asignar una parte mayor de su cartera a los productos sin comisiones o con bajas comisiones sin tener en cuenta lo que esto significa para la composición de su cartera.
Si el objetivo es construir carteras de forma holística – y creemos que debería serlo - deberíamos dedicar una parte proporcional de nuestra atención a los costes, pero sin dejar que dominen por completo la decisión de inversión.
Dilema 2: Saber lo que está comprando
Es probable que la ola inicial de entusiasmo genere flujos positivos hacia los proveedores que lancen productos sin comisiones, aunque animamos a los inversores a que piensen detenidamente en los activos que están comprando. Por ejemplo, un fondo índice de América del Norte será diferente de un fondo índice de EE.UU., que será diferente de nuevo de un fondo de índice que sigue, por ejemplo, el S&P 500. Cuanto más ilíquida sea la clase de activo, más atento deberá estar, ya comprender cómo está construido el producto será una consideración importante.
Además, también será importante pensar en el beneficio compuesto recibido. Por ejemplo, si compara un activo que no cobra comisión con uno que cobra un 1% o más, la resistencia a la capitalización es enorme. Sin embargo, si se compara un producto de coste cero con uno que cobra un 0,07%, el impacto es en realidad bastante pequeño.
Dilema 3: No es una propuesta sin riesgos
Como inversores, deberíamos ser claros en cuanto a los motivos o incentivos detrás de estos recortes en los costes. En primer lugar, vale la pena reflexionar sobre el hecho de que rara vez existe una propuesta completamente gratis, aunque bien es cierto que los fondos pasivos pueden ganar dinero con el préstamo de valores.
Como probablemente pueda imaginar, la inversión sin comisiones no es una propuesta libre de riesgos. Si bien los riesgos inherentes a los préstamos de valores parecen bajos, podrían quedar expuestos en épocas de tensión en los mercados. Por ejemplo, en la cúspide de una crisis, cuando los inversores quieren liquidez, los proveedores pueden tener dificultades para deshacer su actividad de préstamo.
En Morningstar aplaudimos la carrera a la baja de las comisiones de los fondos. Cuanto más bajos sean los costes, más fácil lo tendrá el inversor para alcanzar sus objetivos. Sin embargo, no debemos olvidar los retos que supone construir nuestra cartera de fondos.