La externalización de la gestión de inversiones se ha vuelto muy popular entre los asesores financieros. Ante la complejidad de los mercados financieros y las necesidades de los clientes, tiene sentido estandarizar las soluciones de inversión.
Las carteras modelo son suministradas por consultores de inversión pero implementadas por los propios asesores, mientras que las carteras administradas son implementadas de manera discrecional por un gestor de activos. Ambos enfoques son populares y comparten varias características comunes.
Uno de los cambios más notables en el asesoramiento financiero en los últimos años ha sido la disminución del uso de los productos de las compañías de seguros en favor de los fondos, lo que significa que los asesores definen cada vez más su servicio como asesoramiento de inversión.
Sin embargo, después de la crisis financiera mundial de 2008, muchos asesores vieron la necesidad de ayuda adicional para crear carteras más acordes con el perfil de riesgo de sus clientes. Esta ayuda se encontraba a menudo en carteras modelo suministradas por consultores de inversión e implementadas por asesores.
Tiempo y recursos
Las carteras modelo se utilizan ampliamente en la actualidad. Una gran ventaja es que el asesor permanece en control de la propuesta de inversión y la experiencia del cliente. En muchos casos, los clientes no son conscientes de que las carteras modelo están soportadas por un tercero. La desventaja del control es que viene con responsabilidad. Mientras que muchos asesores han abrazado la creación de carteras para los clientes, la implementación puede ser más problemática.
La mayoría de los asesores necesitan pedir permiso a cada cliente para cada cambio de cartera. Esto requiere un trabajo administrativo considerable, que puede impedir que un asesor tome las medidas recomendadas por el proveedor de la cartera modelo. Si los clientes no dan permiso, las carteras pueden desalinearse con los modelos. Esto, a su vez, puede tener un impacto en la presentación de informes y en la rentabilidad.
En resumen, las carteras modelo suelen requerir que los asesores realicen una inversión considerable de tiempo y recursos. Tal inversión tiene sentido cuando los asesores definen su propuesta de valor como especialistas en inversiones. Sin embargo, un número cada vez mayor de asesores están haciendo hincapié en su enfoque de planificación financiera más que en la inversión.
Una demanda creciente
La creciente popularidad de la inversión pasiva ha contribuido a la comoditización de los servicios de cartera. Uno de los impulsores de esta popularidad es, sin duda, el pobre comportamiento relativo de los gestores activos en los últimos años, que puede resultar cíclico. Pero una tendencia más importante parece ser una mayor transparencia en los costes.
Mientras tanto, a medida que los servicios de cartera se generalizan, la ciencia del comportamiento está revelando el valor de los asesores financieros. Los asesores pueden demostrar un valor significativo al involucrarse con sus clientes en la planificación basada en objetivos y mejorar el comportamiento de los inversores. Por supuesto, el reto de un modelo de coaching es que el asesor pase más tiempo con los clientes, lo que requiere la racionalización del modelo de negocio para reducir los costes operativos.
Este modelo de negocio está naturalmente alineado con un servicio de gestión de carteras en el que tanto las decisiones de inversión como la ejecución son llevadas a cabo por el gestor de forma discrecional. Aunque los asesores pierden los beneficios de presentar sus propias carteras a los clientes, ganan en eficiencia y pueden demostrar valor al evaluar críticamente el trabajo del proveedor de la cartera administrada. Esto permite a los asesores centrarse en los objetivos financieros y el comportamiento de sus clientes.
La brecha de costes está disminuyendo
Tanto las carteras modelo como las carteras gestionadas tienen ventajas. La elección correcta dependerá del modelo de negocio del asesor. El entorno actual parece favorecer el modelo de coaching, lo que sugiere que las carteras gestionadas saldrán ganando.
El creciente interés en las carteras gestionadas también está siendo impulsado por una disminución continua de los costes. Los servicios de carteras gestionadas todavía tienden a tener costes más altos que las carteras modelo, pero la brecha se está reduciendo.
Los asesores deben tener claro los beneficios e inconvenientes de cada servicio antes de recomendarlo. En última instancia, las relaciones humanas tienen un atractivo perdurable y el poder de cambiar el comportamiento, y ese servicio es muy difícil de subcontratar.