Si separamos el mercado global entre mercados desarrollados y mercados emergentes, apreciamos que las valoraciones no son las mismas. Una manera de ilustrar esto es utilizando el CAPE a 10 años que mide la relación entre las cotizaciones actuales en relación con la media de los beneficios a largo plazo (el CAPE 10 es el precio sobre beneficios o PER ajustado por el ciclo calculado sobre los últimos 10 años).
Algunas observaciones se hacen evidentes. Por ejemplo, las acciones de los mercados desarrollados son mucho más caras que las acciones de los mercados emergentes teniendo en cuenta esta métrica. Esto sugeriría que los inversores han estado dispuestos a pagar una prima por las acciones de los mercados desarrollados durante el período posterior a la crisis, y han mostrado un mayor optimismo a la hora de subir las valoraciones en estos mercados. Curiosamente, desde 2016, también hemos visto cómo las valoraciones de los mercados emergentes repuntaban, aunque desde una base mucho más baja.