Los fondos pasivos adoptan un enfoque activista

A medida que el dinero entra en estrategias indexadas, los gestores pasivos son cada vez más influyentes.

Hortense Bioy, CFA 23/02/2018
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Es legítimo pensar que dedicar recursos para supervisar a las empresas participadas no es una prioridad tan grande para un gestor índice como para uno activo. Después de todo, los gestores pasivos tienden a competir en comisiones y su objetivo primordial es replicar el rendimiento del índice. Pero a diferencia de los activos, los gestores pasivos no pueden vender una compañía mal administrada, por lo que deben optar por soportar un gobierno corporativo deficiente o alentar un cambio a través de la votación en junta. 

Para comprender mejor las actividades de activismo inversor de los gestores pasivos, en Morningstar hemos encuestado a los mayores proveedores de fondos indexados y ETF, doce en total, en tres regiones, Estados Unidos, Europa y Asia. En la consulta se incluyen tanto gestores globales, como BlackRock y Vanguard, como proveedores clave en mercados locales, como Schwab y Lyxor. La mayoría de las firmas encuestadas también cuentan con un negocio de gestión activa.

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El análisis muestra que el cambio a la inversión índice no ha llevado a una abdicación de las responsabilidades de gobierno corporativo. Los gestores índices están cada vez más comprometidos con la mejora de las prácticas ESG de sus participaciones a través del voto directo o por delegación.

Las grandes gestoras han liderado el cambio, al creer que las prácticas ESG y el activismo pueden tener un impacto positivo en el rendimiento de la inversión. Los reguladores han contribuido aún más con la adopción de códigos de buen gobierno en países como Reino Unido, Suiza y Japón. Otro factor que alimenta el cambio en los gestores pasivos es su tremendo crecimiento. Los activos en fondos indexados y ETF se multiplicaron por cuatro desde la crisis y ya representan un cuarto del total del volumen de fondos a nivel mundial.

Quizás la evidencia más clara del mayor compromiso con las prácticas de activismo entre los gestores índice es el crecimiento de sus equipos de gobierno corporativo. Por ejemplo, BlackRock amplió su equipo de 20 miembros en 2014 a 33 en la actualidad; el equipo de Vanguard pasó de 10 en 2015 a 21; y UBS empleará a 11 profesionales a finales de 2017, cuatro más que en 2015.

 

Votación

Las gestoras que ofrecen estrategias activas y pasivas aplican sus políticas de voto universalmente a todas las carteras. La única excepción es Fidelity, que delega las responsabilidades de voto en sus fondos índice al asesor Geode. En nuestra opinión, esta configuración tiene la desventaja de duplicar esfuerzos y limitar los beneficios de la escala con respecto al voto.

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Mientras, el alcance de las votaciones varía entre gestoras. Los grandes globales, como BlackRock y Vanguard, generalmente votan por todas sus posiciones en cartera, siempre que el beneficio potencial de la votación supere el coste de ejercer el derecho. Por el contrario, las locales, como Deutsche AM y Lyxor, se centran más en su país o región de origen, o en sus mayores posiciones. Por ejemplo, Deutsche AM trabaja con una lista de unas 700 empresas que representan alrededor del 50% de sus activos. La posición inicial para todos los gestores encuestados es apoyar al equipo gestor de la compañía, ya que la mayoría de los votos están vinculados a asuntos administrativos rutinarios.

Sin embargo, hay diferencias en la forma de voto, especialmente si éste es en contra. Empezamos a ver evidencias de creciente disidencia. Esto es particularmente cierto en gestores de EE. UU. que, en comparación con los europeos, han sido históricamente más reacios a desafiar el statu quo especialmente en relación con cuestiones ambientales y sociales. Un caso reciente fue Exxon Mobil. BlackRock y Vanguard respaldaron una propuesta de los accionistas que buscaba una mayor divulgación de los riesgos relacionados con el clima, en contra de la recomendación de la junta directiva de Exxon. Fue la primera resolución de divulgación de riesgos climáticos que Vanguard había respaldado. Otras gestoras, incluidos State Street Global Advisors (SSgA), Amundi y Legal & General, ya habían votado a favor de la propuesta en 2016. SSgA también saltó a los titulares después de su oposición a la reelección de directivos en 400 empresas por no nombrar a más miembros femeninos de el consejo. Otra señal de cambio es que los gestores japoneses se oponen más a la gestión de las compañías. Después de la adopción de criterios de votación más estrictos en áreas tales como la elección de directivos, el número de votos de Nikko contra el consejo de administración se duplicó en dos años, alcanzando el 17% en 2017.

A pesar de la sensación de que los gestores están cada vez más abiertos a oponerse, la diferencia clave es la forma en que lo hacen. Para algunos, votar en contra del equipo directivo es el último recurso. Por ejemplo, BlackRock sólo emitirá un voto negativo si el consejo de administración no responde o tarda demasiado en abordar sus inquietudes. En el otro extremo, Amundi tiene una política de voto estricta y no duda en votar rápidamente en contra de la administración cuando una resolución propuesta no cumple con sus principios.

Otra diferencia radica en el nivel variable de autoridad que los gestores de fondos activos tienen en las decisiones de voto. En BlackRock, Amundi y UBS, la norma es que los gestores activos voten de manera uniforme en todos los fondos, pero conservan la autoridad de votar de manera diferente a la visión de la casa. Esto contrasta con el enfoque en Vanguard, SSgA y LGIM, donde los equipos de gobierno corporativo tienen la autoridad máxima sobre los votos finales. Esto es para garantizar la coherencia y la eficacia, así como para minimizar los posibles conflictos de intereses. Mientras, los gestores pasivos no tienen voz en la votación. La gestión de la cartera del índice es un proceso automatizado donde alcanzar el rendimiento del índice es el mandato primordial. Dicho esto, los gestores pasivos pueden ser consultados en algunas organizaciones para tomar decisiones a nivel de política e informados de ciertos votos.

              

Información

La transparencia de las actividades de voto y de participación en junta es una parte importante de los deberes de gobierno corporativo de un gestor. Sin embargo, las prácticas de información difieren entre países. La mayoría de gestores encuestados publican los registros de voto de sus fondos en sus web en los países donde el regulador los requiere. Pero con demasiada frecuencia estos registros son difíciles de encontrar, y cuando la información no es obligatoria puede que no exista. Además, muy pocas gestoras explican la razón de sus votos importantes (en contra de la administración o abstenciones). De hecho, las razones detrás de una votación son las que permiten evaluar si el gestor ha votado en el mejor interés de los accionistas.

Con respecto a la divulgación de las empresas participadas las diferencias son pronunciadas. Gestoras como BlackRock, Vanguard y UBS son reacias a revelar los nombres de las empresas. Creen que para generar confianza y desarrollar diálogos constructivos a largo plazo con el equipo directivo y los consejos de administración, las conversaciones deben mantenerse confidenciales. Algunos creen que nombrar y avergonzar puede ser perjudicial. Sin embargo, esto no parece ser una preocupación para Amundi, que publica un informe anual de participación que detalla casi cada acción que tuvo con las empresas durante el año. SSgA también divulga los nombres de todas las empresas con las que participa, pero solo proporciona detalles completos sobre un número de acuerdos exitosos. Ya hay presión sobre los gestores para que compartan más detalles sobre las decisiones de votación. Este año, BlackRock comenzó a publicar, de forma limitada, declaraciones sobre sus compromisos y votos en relación con ciertas propuestas.

 

Costes

Los recursos humanos y tecnológicos adicionales asignados a las actividades de votación y participación tienen un coste. A medida que sus equipos ESG continúan creciendo, el gasto seguirá aumentando. Esto plantea la pregunta de si estas empresas podrán absorber el coste adicional sin aumentar comisiones. Si bien las grandes gestoras deberían ser capaces de absorber los costes, puede ser un desafío para las más pequeñas. Para seguir siendo competitivos, estas empresas no tendrán otra opción que limitarse a cubrir el mínimo requerido o la externalización.

 

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A medida que los activos fluyen a estrategias pasivas y la ISR se vuelve más importante, solo se puede esperar un mayor activismo de las gestoras índices. Los grandes gestores índices han intensificado sus esfuerzos en las áreas de votación y participación. Buscan influir en las compañías en las que invierten. Muchos planean seguir este camino, a pesar de los costes, los beneficios difíciles de cuantificar y el hecho de que cualquier fruto de estos esfuerzos se compartirá con la competencia.

 

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Sobre el Autor

Hortense Bioy, CFA

Hortense Bioy, CFA  is director of passive fund research in Europe.

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