Cuando uno construye una cartera de inversión, incluso si estamos pensando en un horizonte de inversión de largo plazo, muchas veces centramos nuestras apuestas en dos grandes tipos de activo: la renta variable y la renta fija. En circunstancias normales, las acciones y los bonos deben conformar la mayor parte de las carteras de los inversores, independientemente del nivel de riesgo que están dispuestos a asumir (los más agresivos invertirán más en renta variable y los más defensivos darán preferencia a la renta fija). Marginalmente los inversores también suelen adentrarse en el terreno de la gestión alternativa para complementar sus carteras. Pero hay un activo que muy pocas veces forma parte de ellas: la liquidez. Evidentemente muchos inversores tienen liquidez en cartera, pero en la inmensa mayoría de los casos no es el resultado de una decisión activa de gestión del patrimonio. Se tiene liquidez en cartera simplemente como un activo en tránsito, a la espera de invertirla en algún otro tipo de activo.
Hay que decir que tener liquidez en cartera hoy en día está mal visto. Si uno admite que tiene dinero en efectivo en su cartera, la respuesta más habitual que recibe es: “¿pero, cómo se te ocurre tener liquidez en cartera? Si no da absolutamente ninguna rentabilidad con los tipos de interés tan bajos como los tenemos ahora mismo”. Y es cierto. Es un activo que tiene una rentabilidad prácticamente nula o, incluso, negativa si tenemos en cuenta las comisiones que cargan los fondos monetarios (en los 10 primeros meses de este año los fondos monetarios españoles pierden un 0,2% y los costes medios alcanzan el 0,4% anual).
También tiene un coste de oportunidad. Es decir, manteniendo una parte de la cartera en liquidez, uno renuncia a la rentabilidad que podría obtener invirtiendo en otras clases de activos como acciones o bonos. Por ejemplo, a finales de octubre un fondo de renta variable global podría haber obtenido fácilmente un 15% en los últimos 12 meses frente a una rentabilidad nula para un fondo monetario. Desde el punto de vista de un inversor que busca la revalorización del capital, el coste de oportunidad de la liquidez puede ser por lo tanto muy elevado.
Pero, el tener o no liquidez en cartera depende sobre todo de las oportunidades que uno pueda encontrar en los demás tipos de activos. Si hay opciones claras de inversión, bien en renta variable bien en renta fija, es poco recomendable mantener efectivo en cartera. Pero si uno considera (como nosotros en Morningstar) que las valoraciones de las principales clases de activos son altas, o, dicho de otra forma, que el riesgo a la baja es elevado, entonces esa es una buena razón para mantener liquidez en cartera y tener “municiones” para poder intervenir cuando los mercados vuelven a niveles de valoración más razonables.