Impulsada por la crisis financiera global y las preocupaciones en torno al cambio climático, la inversión sostenible ha registrado un enorme crecimiento durante la pasada década. Los activos gestionados han aumentado de 3.800 millones de USD en 2006 hasta una cifra estimada de 22.900 millones de USD en todo el mundo. Definida como un enfoque de inversión que tiene en cuenta cuestiones medioambientales, sociales y de gobierno corporativo (ESG, por sus siglas en inglés) y su impacto, la inversión sostenible se beneficia también de otras tendencias. Creada a partir de la base ya consolidada de la inversión socialmente responsable, este campo se apoya actualmente en parámetros ESG más sofisticados, un mayor enfoque corporativo en la sostenibilidad, un análisis académico, una infraestructura organizativa y resultados competitivos.
Catalizadores: la crisis financiera y el cambio climático
La crisis financiera fue un ejemplo de excesiva asunción de riesgos y pensamiento a corto plazo. La crisis rebajó la confianza de los inversores en el sistema financiero y alertó a inversores y empresas de los riesgos de una quiebra sistémica. Como consecuencia, los inversores mostraron un mayor interés por los riesgos ocultos, la responsabilidad corporativa, las amenazas sistémicas y la adopción de perspectivas a más largo plazo. Todo lo anterior son preocupaciones fundamentales de la inversión sostenible.
A raíz de la crisis financiera, otra amenaza sistémica comenzó a atraer la atención de los inversores: el cambio climático. Aunque las evidencias del calentamiento global provocado por el ser humano se habían ido acumulando desde hacía décadas, el cambio climático entró con fuerza en la agenda pública en 2006, cuando el exvicepresidente Al Gore lanzó la película Una verdad incómoda. Desde entonces, el cambio climático se ha convertido en una preocupación mucho más importante para los inversores que desean comprender mejor los riesgos a los que se enfrentan empresas, sectores y economías enteras.
Hace unos meses, BlackRock y State Street Global Advisors anunciaron que el cambio climático era su máxima prioridad en sus compromisos directos con las empresas de las que poseen acciones. BlackRock quiere trabajar con empresas para utilizar un marco de información desarrollado por el Grupo de Trabajo sobre Divulgación Financiera relacionada con el Clima del Consejo de Estabilidad Financiera. Según el Consejo, este marco ofrece «a empresas y a inversores un punto de partida para evaluar, comunicar y valorar los riesgos y las oportunidades relacionadas con el clima».
Este campo se ha vuelto más sofisticado durante la última década al abordar cuestiones ESG claves como el riesgo climático. Las gestoras de activos disponen de mejores datos sobre cómo las empresas afrontan los retos y el análisis académico sugiere que prestar atención a estas cuestiones puede reducir el riesgo, ayudar a identificar empresas de calidad y mejorar la rentabilidad. Están surgiendo instituciones que ofrecen formación, análisis y plataformas de debate ESG, y la rentabilidad de las carteras ESG resulta competitiva con respecto a los fondos convencionales y está mejorando.
Mejores parámetros ESG
En la actualidad, es habitual que las gestoras de activos utilicen parámetros ESG de empresas en sus procesos de inversión, independientemente de si gestionan fondos de inversión sostenibles o fondos convencionales. Los datos ESG proporcionan a las gestoras de activos la capacidad de evaluar a las empresas en base a cientos de indicadores, hacer comparaciones con grupos de homólogos, sectores y regiones, y evaluar los progresos de una empresa en la mejora de los resultados en materia ESG. Ello no sería posible sin los datos recopilados por empresas de análisis como Sustainalytics y MSCI ESG Research.
Al ser todavía un sector pequeño en 2006, las empresas de análisis ESG analizaban menos empresas y evaluaban menos indicadores ESG. Una década después, no solo los datos son más sólidos, sino que se ha generado una serie histórica, lo que hace que resulte más útil para el análisis académico. Un estudio reciente de MSCI (Zoltan et al. 2015) sugiere que «el impulso ESG —una mejora en los resultados ESG de una empresa basada en los datos de una serie histórica— es un factor positivo para la rentabilidad. Con la consolidación del sector del análisis ESG, convirtiéndose Sustainalytics y MSCI ESG Research en líderes del mercado, al menos otras siete empresas proporcionan análisis ESG en la actualidad, junto con más de otras cien organizaciones que se centran en ámbitos más especializados, de acuerdo con la Iniciativa Global de Calificaciones de Sostenibilidad. Para muchas gestoras de activos, este análisis es un punto de partida para su propio análisis ESG o un aporte para sus evaluaciones de los valores.
Y lo que es más importante, el análisis también ha hecho posible el desarrollo de índices ESG sofisticados, domo el Morningstar Sustainability Index Series, que ha permitido a este campo responder a la demanda de vehículos de inversión pasivos.
Entre las empresas, cada vez resulta más habitual publicar informes de sostenibilidad detallados centrados en factores ESG que son fundamentales para los resultados financieros de la empresa. Según el Governance and Accountability Institute, únicamente el 20 % de las compañías incluidas en el S&P 500 Index publicaron informes de sostenibilidad en 2011. En el año 2015, el 81 % había publicado informes.
Análisis académico
El análisis académico sobre los efectos ESG en la cartera y los resultados de las empresas ha proliferado durante la pasada década y apuesta por dos conclusiones que son positivas para este campo.
La primera es que la evidencia empírica no respalda la tesis de que las carteras de inversión sostenibles o sus precursoras que se centraban en filtros excluyentes generen una rentabilidad inferior a las carteras convencionales. El análisis más reciente sometió a prueba la teoría de que la inversión excluyente generaría necesariamente una rentabilidad inferior, porque filtrar empresas por motivos no financieros se traduciría en carteras menos eficientes. Mercer y ONU (2007) resumieron 20 estudios académicos y llegaron a la conclusión de que no la rentabilidad no parecía verse penalizada.
Para el año 2015, se habían publicado tantos análisis que fue necesario realizar metaestudios para poder asimilarlos, pero las conclusiones volvieron a ser las mismas. Friede et al. (2015), a partir de 2.000 estudios empíricos publicados, llegó a la conclusión de que solo el 11 % de los estudios ofreció resultados negativos, mientras que el 16 % ofreció resultados positivos, mientras que el resto mostró resultados dispares o neutrales. Esto respaldó de forma más concluyente la idea de que la tesis de la cartera ineficiente no se sostiene.
Se trata de una conclusión importante para la inversión sostenible, porque ofrece a las gestoras de activos y a los inversores la confianza de que un proceso de inversión que incorpora factores ESG puede generar una rentabilidad similar a la de las inversiones convencionales y, con el gestor adecuado al frente, quizá incluso superarla.
En efecto, el estudio de Statman & Glushkov (2016) indicó que el uso de análisis ESG de empresas en la selección de valores y la construcción de carteras fue un factor positivo de rentabilidad. Utilizando un modelo multifactorial, llegaron a la conclusión de que el factor ESG que crearon era muy positivo y que el uso de exclusiones tradicionales resultó un factor negativo. Según sus conclusiones, el efecto positivo del primero fue más que suficiente para compensar el efecto negativo del segundo en carteras que emplean ambos métodos.
La segunda conclusión del análisis académico sugiere que existe una relación positiva entre la sostenibilidad corporativa y los resultados financieros. El estudio de Arabesque & Oxford (2015) analizó más de 200 estudios sobre la relación entre las prácticas de sostenibilidad corporativa y los resultados financieros. Más del 80 % de los estudios analizados indicaron un vínculo entre unas mejores prácticas de sostenibilidad corporativa y un menor coste del capital, unos mejores resultados operativos y unas mejores rentabilidades de las cotizaciones de las acciones.
Los estudios han demostrado que las empresas con unos resultados superiores en sostenibilidad tienen mejores calificaciones crediticias, que las empresas con sistemas de gestión medioambiental tienen diferenciales de crédito más bajos y que las empresas con desafíos medioambientales importantes tienen diferenciales de crédito más elevados. Otro estudio demostró que las empresas que gestionan las cuestiones medioambientales mejor que sus homólogas tienen un coste del capital mucho menor. El estudio de Eccles y otros (2014) llegó a la conclusión de que las empresas «de alta sostenibilidad» superaron considerablemente a las empresas «de baja sostenibilidad» a largo plazo tanto desde el punto de vista de la contabilidad como de las cotizaciones de las acciones.
Infraestructura organizativa
Las organizaciones que respaldan la inversión sostenible llevan haciéndolo desde hace más de una década, pero han registrado un crecimiento significativo en los últimos diez años y han aparecido algunas nuevas importantes.
El actualmente denominado US SIF: The Forum for Sustainable Responsible Investment lleva celebrándose desde hace más de dos décadas. Es una organización compuesta principalmente por gestoras de activos y asesores que practican la inversión sostenible. En la actualidad, una red de foros de inversión social global comprende no solo Estados Unidos, sino también Canadá, Europa y Austria/Asia. Fundada en 1989, Ceres aúna a inversores, empresas y grupos de interés públicos para acelerar la adopción de prácticas empresariales sostenibles y la transición a una economía sólida baja en carbono. Creada a finales de 2003, Ceres Investor Network on Climate Risk and Sustainability tiene como miembros a más de 130 inversores institucionales, gestionando activos por un valor superior a 17 billones de USD.
Carbon Disclosure Project, o CDP, se creó en 2002 con 35 inversores institucionales que gestionan activos por valor de 4 billones de USD. CDP solicita a las empresas que divulguen cómo gestionan los riesgos que plantea el cambio climático y proporciona directrices sobre cómo hacerlo. Actualmente, CDP cuenta con más de 800 inversores signatarios que gestionan activos por más de 100 billones de USD.
En 2006, 100 empresas del sector de la inversión firmaron los Principios para la Inversión Responsable promovidos por las Naciones Unidas (PRI). Los signatarios gestionan activos por valor de 6,5 billones de USD. Los principios se basan en la idea de que las cuestiones ESG pueden afectar la rentabilidad de la inversión y, por consiguiente, deben tenerse en cuenta junto con criterios financieros más tradicionales para que los inversores cumplan sus obligaciones fiduciarias. Los PRI proporcionan a los firmantes un marco para incorporar a su inversión las cuestiones ESG, además de pericia técnica y afiliación a una red global de homólogas activas en ese campo. En 2016, los principios tenían más de 1.600 firmantes que gestionaban activos por valor de 62 billones de USD.
En 2011 se creó el Consejo de Normas de Contabilidad de la Sostenibilidad (SASB) con el objetivo de fijar normas específicas de sectores para la comunicación corporativa de cuestiones ESG. El trabajo que realiza la SASB es importante, porque aúna a analistas de empresas con expertos sectoriales e industriales a fin de definir la importancia de las cuestiones ESG y ayuda a las empresas a entender cómo comunicar dichos parámetros. Trata de estandarizar los registros de comunicación ESG de forma similar a la que el Consejo de Normas de Contabilidad Financiera (FASB) contribuye a estandarizar los registros de comunicación financiera. El SASB desea convertirse en el estándar de sostenibilidad. Estas organizaciones son cada vez más visibles como fuentes de información y educación sobre este ámbito para inversores, público general y autoridades.
Carteras ESG y su rentabilidad
Aunque la inmensa mayoría de activos invertidos en estrategias ESG son institucionales, durante la última década se ha producido un gran incremento en el número de fondos con enfoque ESG en Estados Unidos y en el resto del mundo. En 2006, había unos 1.200 fondos de capital variable con enfoque ESG en todo el mundo. A finales del primer trimestre de 2017, la base de datos de Morningstar incluía 2.180 fondos de ese tipo.
Durante la última década, también se ha producido una cierta mejora en la rentabilidad ajustada al riesgo de los fondos con enfoque ESG. A finales de 2006, el número de fondos con enfoque ESG con calificaciones del tercio inferior de Morningstar (1 o 2 estrellas) su superaba ligeramente al número de fondos con calificaciones del tercio superior de Morningstar (4 o 5 estrellas). A finales de 2016, los fondos con calificaciones del tercio superior de Morningstar superaban considerablemente a los del tercio inferior.
Sorteando lo convencional
¿Qué es probable que suceda a partir de ahora? La mayoría de las gestoras de activos más prominentes del mundo incorporan ahora las cuestiones ESG, al menos en cierta medida. Muchas han firmado los PRI y han tomado medidas formales para integrar el análisis ESG en sus procesos de inversión. Algunas han lanzado también fondos con enfoque ESG. Dado el interés por la «inversión de impacto» que están mostrando los inversores, buscamos gestoras de activos, especialmente las comprometidas con este ámbito, para desarrollar más estrategias que midan el impacto medioambiental y social de sus carteras y otorguen mayor énfasis al voto por delegación y el diálogo con las empresas acerca de sus prácticas ESG.
Todo indica que los inversores particulares, incluidos los inversores con un alto valor patrimonial, están interesados en la inversión sostenible, especialmente las mujeres y los «millennials» (ILUSTRACIÓN 3). Este es el principal motivo por el que las gestoras de activos están lanzando más fondos con enfoque ESG.
Sin embargo, para los inversores particulares no resulta fácil incorporar la sostenibilidad a sus inversiones. A la mayoría se les recomienda comprar fondos de índices de bajo coste, fondos cotizados (ETF) y fondos con fecha objetivo. Obtener la ayuda de un asesor es difícil, porque pocos de ellos incorporan a sus prácticas las cuestiones ESG, como vemos en la ilustración 3. Estos son algunos de los desafíos a los que se enfrenta la inversión sostenible.