Obtener buenos resultados de forma consistente realizando una gestión activa puede parecer una tarea sencilla, o eso piensan muchos inversores. Pero no lo es. Y no lo es porque cuando uno construye una cartera de valores es más fácil equivocarse (en el sentido de elegir valores que tienen un comportamiento por debajo del índice en su conjunto) que acertar (elegir valores que lo hacen mejor que el conjunto del mercado).
JP Morgan publicó hace unos años un estudio francamente interesante (“The Agony and the Extasy – The Risks and Rewards of a Concentrated Stock Position”) que analizaba las rentabilidades obtenidas por los componentes del índice Russell 3000 (que sigue la evolución de las 3.000 mayores compañías del mercado americano) entre 1980 y 2014.
Algunos puntos interesantes del estudio fueron los siguientes:
1) Aproximadamente dos tercios de los valores no consiguieron batir al índice (y de esos valores el 40% consiguieron rentabilidades negativas en términos absolutos).
2) Cerca del 40% de los valores sufrieron “caídas catastróficas” (definidas en el estudio como caídas de al menos el 70% desde sus máximos).
3) Apenas el 7% de los valores fueron ganadores extremos (valores que generaron una rentabilidad adicional respecto al mercado de dos desviaciones estándar sobre la media).
Como vemos, construir una cartera ganadora a largo plazo no es sencillo ya que hay más posibilidades de equivocarse que lo contrario… pero no es imposible. Algunos gestores lo han conseguido.