Incluso si un inversor tiene una perfecta distribución de activos basada en valoraciones, aún puede cometer errores al tratar de ponerla en práctica. Uno de los elementos clave que cualquier inversor debe tener en cuenta al gestionar una cartera es cuándo y con qué frecuencia "reequilibrar" de nuevo los pesos de los activos. Si bien este tema es a la vez importante y muy debatido, no hemos encontrado ningún trabajo académico para apoyar la opinión de que existe un período óptimo de reequilibrio.
Principios del rebalanceo
El elemento clave de una cartera diversificada es el hecho de que los precios de los activos se mueven en diferentes direcciones, especialmente distribuyendo entre tipos de activos correlacionados negativamente, como acciones y bonos. Este aspecto de los mercados puede ayudar a reducir la volatilidad de una cartera que está ampliamente distribuida entre las clases de activos, aunque reduce nuestra exposición a nuestras mejores ideas. En virtud de ello, esto puede conducir a un desfase entre la distribución de activos deseada y la realidad.
El rebalanceo es, por lo tanto, una parte esencial de una filosofía basada en la valoración. Dejadas sin control, nuestras exposiciones no se parecerán a nuestras mejores ideas. Sin embargo, se ejecutan con demasiada agresividad o con demasiada frecuencia con lo que exponemos nuestra cartera a un número de transacciones innecesario, con sus consecuencias negativas.
Promediar a la baja: simple pero no fácil
El tema de promediar a la baja es uno de los mayores desafíos para los inversores value. En esencia, es el arte de obtener el menor coste posible. Por ejemplo, digamos que un inversor compra un activo hoy y mañana cae un 40%. ¿Debería comprar más? Para los inversores de valor, la sabiduría general es que desde luego debe comprar más, siempre y cuando mantenga su convicción en el precio objetivo a largo plazo del activo. Este mismo concepto es al que se refería Warren Buffett cuando dijo algo así como: "independientemente de si estamos hablando de calcetines o de acciones, me gusta comprar mercancía de la calidad cuando el precio está bajo".
El desafío clave es que si se adelanta aumenta la ganancia, pero si la inversión resulta ser un error, debe aceptar sus pérdidas y seguir adelante. Esto es lo que solemos llamar trampas de valor y son el enemigo de una política de rebalanceo.
En este punto, vale la pena recordar que, como inversor value, debe aceptar la idea de que puede llegar temprano a la fiesta. Después de todo, está comprando una inversión hoy porque es barata y nadie más la quiere, todavía. Al emprender este ejercicio, no hay garantías de que alguien lo desee la próxima semana, el próximo mes o incluso el próximo año. De ahí el hecho de que los inversores value suelen insistir en la palabra paciencia.
Las trampas de valor son peligrosas
Como ejemplo de una política de reequilibrio que fue mal, muy pocos inversores en los años 90 nunca anticiparon la progresión de las cámaras digitales, ni que Kodak quedaría atrás en esa progresión. Al comprar Kodak en 1997, 1999 o 2001, habrían experimentado una trampa de valor de primera mano. El problema es que Kodak se encontraba en declive estructural, pero muy pocos lo entendieron en ese momento, y una política de rebalanceo fijo habría llevado a los inversores a reducir continuamente su exposición a la mitad.
Tipos de trampas de valor
¿Qué puede hacer un inversor para evitar trampas de valor? El proceso de identificar estas trampas de valor está rodeado de desafíos de comportamiento y tienden a encontrarse en las siguientes situaciones:
Empresas apalancadas que sucumben a las limitaciones de la deuda. Cada vez que la inversión cae de precio, la deuda como porcentaje de la inversión aumenta. Esto puede hacer que un negocio perfectamente bueno sea una trampa de valor basada solamente en una pobre estructura de capital.
Empresas con una mala gestión del flujo de caja. El análisis fundamental debe normalmente ayudar a un inversor a evitar tal circunstancia; sin embargo, si el consejo de administración decide emprender un programa monumental de gastos de capital cuando no tiene el flujo de caja para apoyarlo, corre el riesgo de destruir el valor del negocio.
Empresas en proceso de cambio estructural puede deberse a los avances tecnológicos, un envejecimiento de la población, un declive industrial o una rápida disrupción. Esta es la situación más común.
De las principales deficiencias de conducta que experimentamos, lo más importante para la identificación de la trampa de valor probablemente sea el efecto dotación y el exceso de confianza. Específicamente, los inversores tienden a sobrevalorar lo que ya tienen y esto a menudo distorsiona su evaluación del flujo de noticias. Esto se debe a una confianza excesiva en la decisión de compra original y, por lo tanto, es menos probable que cambie nuestra valoración del valor razonable a medida que evoluciona. Dicho simplemente, buscamos pruebas confirmatorias para apoyar nuestra opinión de que algo es barato.
Sin embargo, también debemos ser conscientes del sesgo de disponibilidad que tiende a llevar a la gente a extrapolar las tendencias actuales. Cuanto más cae el precio de activo, más probabilidades tenemos de vender. Por lo tanto, las peores situaciones ocurren cuando un inversor impaciente añade agresivamente a una posición en las primeras etapas de una caída y luego pierde la confianza en el punto más bajo, maximizando la pérdida permanente de capital.