Entorno
La correlación entre la rentabilidad de los mercados financieros y la inestabilidad política puede ser descrita como débil, y el año 2016 es un buen ejemplo.
Este año, por ejemplo, David Cameron (en Inglaterra), Matteo Renzi (en Italia), Dilma Rousseff (en Brasil) o Park Geun-hye (en Corea del Sur), han sido despedidos y contra todo pronóstico Donald Trump sucederá a Barack Obama en los Estados Unidos. Estos cambios en las políticas no han obstaculizado la rentabilidad de los mercados: las bolsas han subido un 11,2% en total (FTSE All World NR en euros) y los mercados de bonos un 5,1% (en BBgBarc Global Aggregate EUR).
Las acciones americanas (+19%) y emergentes (+16%) figuran entre las que más subieron, así como la deuda emergente (+15%) y la deuda de alto rendimiento (+19%).
El año 2016 también nos mostró que es inútil tratar de hacer predicciones sobre temas de política, y mucho menos tratar de incorporarlos a las previsiones del mercado. Teniendo en cuenta estos riesgos mediante la imposición de un margen de seguridad adicional a nuestras expectativas en términos de rentabilidad, mantenemos nuestra visión de largo plazo y continuamos anclando nuestro análisis y nuestra distribución de activos a los fundamentales.
Acciones: oportunidades geográficas y sectoriales
Las rentabilidades esperadas a largo plazo en todos los tipos de activos parecen, en el mejor de los casos, moderadamente atractivas. Mantenemos una preferencia por las acciones sobre los bonos, pero en un entorno incierto aumentamos la proporción de efectivo en nuestras carteras. Al hacerlo nos damos la capacidad para aprovechar las oportunidades de inversión que pudieran surgir en un entorno de mercado que sigue siendo muy volátil.
Dentro de las acciones seguimos prefiriendo a los mercados emergentes, Europa y Japón a expensas de los Estados Unidos.
Evolución de las rentabilidades reales anualizadas a 10 años (en divisa local)
Fuente: Morningstar Investment Management Europe
Creemos que las perspectivas de crecimiento y el nivel de valoración de las acciones estadounidenses reflejan un exceso de optimismo por parte de los inversores.
Pensamos que la fuerte recuperación que hemos experimentado en los últimos dos meses creemos que es cíclica en lugar de estructural. No es probable que el cambio de política del régimen en Estados Unidos ponga en peligro la productividad o el declive demográfico que impactan directamente en el potencial de crecimiento y los niveles de los tipos de interés a largo plazo en el país. El aumento de la inflación también conducirá a la Reserva Federal a seguir aumentando las tasas en 2017.
A pesar de una economía y de unas empresas muy sanas, los niveles de valoración a los que cotizan las acciones americanas restringen drásticamente su potencial de rendimiento futuro.
Por el contrario, los mercados emergentes se destacan como una de las pocas clases de activos que ofrecen un nivel de valoración y un potencial de rendimientos atractivos a pesar de los riesgos que pesan sobre la zona.
La desaceleración del crecimiento en China, el nivel de endeudamiento de las empresas públicas del país y su potencial impacto en el mundo son una fuente importante de preocupación en un contexto en el que el crecimiento del PIB mundial sigue siendo bajo: 2,4% en 2016 y 2,8% en el año 2017 de acuerdo con las expectativas del Banco Mundial. El 19º Congreso del Partido Comunista de China se llevará a cabo también en la segunda mitad de 2017, lo que podría generar tensiones con los EE.UU. debido a la política proteccionista y la retórica antichina mantenida hasta ahora por Donald Trump.
Es esencial integrar todos estos riesgos y medir la pérdida potencial que podrían generar. Sin embargo, creemos que el crecimiento de los beneficios de las empresas y su nivel de valoración actual hacen de las acciones emergentes una oportunidad atractiva de inversión a largo plazo, que no sería prudente ignorar.
A pesar de una buena rentabilidad y la disminución de la lógica en el rendimiento esperado de las acciones japonesas, mantenemos nuestra exposición sin cambios en esta etapa. Su valoración es relativamente atractiva y la comunidad de inversores permanece bajo peso, dando la bolsa japonesa una fuente adicional de rendimiento.
Lo mismo ocurre con la renta variable europea, que se revalorizó un 4,5% en 2016 a pesar de una verdadera falta de mejora en sus fundamentales.
La comunidad financiera a menudo reduce su análisis en un área geográfica de forma homogénea, sin dar suficiente importancia a las características sectoriales específicas de cada zona.
Sin embargo, el número y el alcance de los movimientos de rotación sectorial en 2016 y el impacto que tuvieron en algunas estrategias muestran cómo la importancia de la distribución sectorial.
Durante el año (con datos en euros hasta el 20 de diciembre del 2016), el sector de la energía en Europa subió más de un 27%, el de materiales básicos más de un 21%, mientras que los sectores de telecomunicaciones y de salud perdieron, respectivamente, un 12% y un 9% respectivamente. Si el sector financiero explica por sí solo la mayor parte de la disminución de los índices europeos a principios de año, se sitúa entre los sectores que más se revalorizaron en los últimos tres meses del año.
Rentabilidad de los índices sectoriales europeos
Fuente: Morningstar Investment Management Europe
A pesar de la recuperación prevista en la rentabilidad sobre el capital invertido de las empresas europeas en la fase actual del ciclo económico, las acciones de la zona no parecen baratas en su conjunto. Sin embargo, algunos segmentos parecen interesantes, tales como las financieras o la energía.