No voy a entrar a discutir si la renta fija está en modo burbuja o no. Siempre nos enteramos de que ha habido una a posteriori, una vez que haya explotado. O a lo mejor no explota nunca… quién sabe. Podríamos perfectamente vivir en un mundo con bajo crecimiento, baja inflación y bajos tipos de interés durante un largo periodo de tiempo. Pero lo que sí les puedo asegurar es que es muy poco probable que los fondos de renta fija vuelvan a dar las rentabilidades que han ofrecido a los inversores en estos últimos años (en estos últimos 5 años, por ejemplo, han conseguido rentabilidades de entre el 4 y el 5% anual). La explicación es de sentido común: los tipos de interés han bajado tanto (ayudados por la actuación del Banco Central Europeo en el caso de la Zona Euro) que es difícil que sigan bajando. Dicho de forma coloquial, en estos momentos, hay muy poco que rascar en la renta fija tradicional. Pero eso no significa que haya que olvidarse por completo de este tipo de activo. La renta fija sufrirá momentos de altibajos puntuales que habrá que aprovechar. Para para aprovecharlos habrá que tener liquidez en cartera. Si ha tenido la suerte o la astucia de estar invertido en renta fija (da igual si es deuda pública, deuda corporativa o deuda high yield), no hay nada malo en poner parte de esas ganancias a buen recaudo.
Bueno, está más o menos claro que la renta fija dará pocas alegrías a los inversores. Pero, ¿qué hay de la renta variable? Aquí tampoco voy a entrar en el debate sobre si la bolsa está muy cara, cara o correctamente valorada. Hay para todos los gustos; y todo se puede justificar eligiendo la estadística adecuada. Pero hay un dato que a mí personalmente me llama mucho la atención. El mercado alcista que está experimentando el mercado americano (entendiendo como mercado alcista, un mercado que no ha sufrido una caída del 20%) es el tercero más largo de la historia de la bolsa americana. Dura, de momento unos 93 meses, desde marzo del 2009 y acumula una rentabilidad de algo más del 200% (el primero se extendió desde 1932 hasta 1962 con una ganancia del 1.500% y el segundo fue desde 1988 hasta el 2000, con una subida del 580%). Sin entrar en un mareo de cifras, lo que hay que saber es que el mercado alcista actual es más largo de lo habitual, pero también más rentable de lo habitual.
No quiero decir con esto que haya que vender todas las acciones o fondos de acciones que uno tenga en cartera. El mercado alcista bien podría alargarse en el tiempo. Pero, si uno ha tenido la suerte o la astucia de estar invertido en bolsa estos últimos años (en los últimos cinco años, por ejemplo, los fondos de acciones de la Zona Euro han rentado en torno a un 9% anual, una rentabilidad por encima de la media histórica), puede estar justificado reducir algo el riesgo de la cartera traspasando participaciones, por ejemplo, a un fondo monetario (recuerde que los traspasos de dinero entre fondos de inversión no tiene impacto fiscal).
Tener parte de la cartera en liquidez tiene, evidentemente, un coste de oportunidad. Los mercados pueden seguir subiendo y nos perderíamos parte de las ganancias. Pero, a mi juicio, es una medida de prudencia sensata cuando tanto la renta fija como la renta variable no cotizan a precios especialmente atractivos.