Hace unos pocos meses Morningstar sacó a nivel mundial su rating de sostenibilidad para valorar las características medioambientales, de responsabilidad social y gobierno corporativo (los conocidos factores ESG por sus siglas en inglés) de las carteras de los fondos y ETFs. A raíz de este anuncio algunos inversores se preguntaron por qué dar un rating de sostenibilidad a fondos que ni siquiera se autodefinen como socialmente responsables.
Es cierto que existen en la actualidad fondos (también llamados fondos SRI) que en su prospecto seleccionan las compañías que incluyen en su cartera en función de determinados criterios medioambientales o de responsabilidad social (generalmente, excluyendo empresas de determinadas industrias como las de bebidas alcoholicas, las tabacaleras o las armamentísticas). Pero en número, estos fondos son relativamente escasos (en torno a un 2% del número total de fondos a nivel global). La oferta es por lo tanto limitada.
Por otro lado, hay cada vez más gestores que incorporan en sus decisiones de inversión factores relacionados con el ESG sin que por ello su fondo tenga el sello de “fondo responsable”. Pueden, incluso, ser tan “responsables” o más que los fondos SRI. Y eso es lo que puede identificar el rating de sostenibilidad de Morningstar.
La idea que hay detrás de este rating de sostenibilidad no es identificar fondos que puedan tener un mejor comportamiento a largo plazo (aunque estoy convencido que empresas que privilegian algunos de estos factores ESG tienen más probabilidad de tener una ventaja competitiva duradera). Para eso ya tenemos el rating cualitativo (o Analyst Rating) en el que nuestro equipo de analistas valora los fondos en función del proceso de inversión, del equipo gestor, de la compañía gestora, del comportamiento pasado y de los costes.
Uno puede pensar que existe una relación fuerte entre estos dos ratings, que tener un rating cualitativo positivo implica un buen rating de sostenibilidad. Pero no es así. De hecho, de los 221 fondos con Analyst rating positivo disponibles a la venta en España y con rating de sostenibilidad (con datos de finales de mediados de septiembre), el 41% tiene un rating de sostenibilidad por debajo de la media y tan solo el 15% tiene un rating por encima de la media (el resto tiene un rating medio).
¿Cuál de los dos ratings debe primar en las decisiones de los inversores? ¿Qué es mejor un fondo que tenga un Analyst rating positivo pero que ostenta un rating de sostenibilidad deficiente o un fondo que supera a sus competidores en sostenibilidad pero que no consigue un rating cualitativo positivo? Dependerá mucho de las preferencias de los inversores. Dependerá si anteponen aspectos de sostenibilidad sobre cualquier otro criterio (y son cada vez más los inversores, sobre todo institucionales, que forman parte de este grupo).
Pero no son, evidentemente, ratings excluyentes. Uno puede perfectamente combinar los dos ratings y encontrar en el mercado fondos que tienen valoraciones positivas en ambos ratings. En nuestro mercado, por ejemplo, hay 6 fondos con rating Silver o Gold que tienen un rating de sostenibilidad alto (la máxima calificación).