En el primer artículo de esta serie alertábamos a los inversores sobre el riesgo de proyectar una rentabilidad excesivamente alta para su cartera de jubilación. En ese artículo nos centraremos en la problemática de la inflación
Premisa 2: La inflación será baja o inexistente
Cuando uno mira los datos actuales de baja inflación – el IPC en España registró, por ejemplo, un 0% en el 2015 – uno puede tener la tentación de ignorar o de subestimar el papel de la inflación en su planificación financiera de cara a la jubilación. Como las premisas de las rentabilidades robustas, las premisas sobre una inflación modesta pueden ayudar a poner buena cara a su plan de jubilación
Está claro que una inflación baja puede ser beneficiosa, pero si la inflación fuera más alta de lo que anticipó en los años anteriores a su jubilación, probablemente necesitaría ahorrar más dinero o invertirlo de forma más agresiva para conservar su poder adquisitivo cuando empiece a recuperar el dinero de su cartera.
Qué hacer?
En lugar de asumir que la inflación seguirá baja en los años anteriores a su jubilación, los inversores conservadores deberían usar unos datos de inflación más a largo plazo para ayudarse en sus decisiones; un 2% o un 3%, por ejemplo, es un número razonable.
También, en la medida de lo posible, los inversores deberían personalizar sus previsiones de inflación según sus propias cestas de consumo. Por ejemplo, los costes de los alimentos a menudo suponen una mayor porción de los gastos de los jubilados que para la población en general, mientras que los costes relacionados con la vivienda suelen ser menores, especialmente si uno ya es propietario de su vivienda y ya ha pagado totalmente su hipoteca.
La posibilidad de que la inflación pueda ser mayor en el futuro de lo que es en la actualidad también refuerza la idea de invertir en productos que de alguna manera cubren ese riesgo en su cartera de jubilación, para de esta forma conservar su poder adquisitivo cuando empiece a gastar esos ahorros de jubilación. Esto significa diversificar en acciones, que históricamente han tenido una mayor probabilidad de batir a la inflación que ningún otro activo, materias primas, bonos indexados a la inflación o acciones de metales preciosos.