Este artículo ha sido inicialmente publicado en www.morningstar.com el 17 de septiembre de 2015 y ha sido reeditado para tener en cuenta la reciente decisión de la Reserva Federal de mantener sin cambio los tipos de interés.
Los mercados se han mostrado una vez más decepcionados por el statu quo de la Fed que ha decidido no hacer nada en materia de política monetaria debido a la débil inflación en los Estados Unidos y la vuelta de la volatilidad a los mercados financieros mundiales. Estos apuestan ahora por un alza de 25 puntos básicos en la próxima reunión del 16 de diciembre, con una probabilidad del 62%.
Desde el principio de la crisis financiera la Fed y los otros bancos centrales han mantenido una política monetaria masivamente acomodaticia. En ese periodo los tipos a corto plazo en Estados Unidos se han mantenido en niveles muy deprimidos aunque este año han subido ligeramente. Actualmente el temor es que este alza no sea más que la primera, con la posibilidad de un crack en los mercados de renta fija.
Pero, ¿qué significa un aumento de tipos para los mercados de bonos en su conjunto? En dos palabras, la reacción de los mercados nunca es la misma. Todo depende de si los inversores piensan que la Fed actúa de una forma demasiado rápida o demasiado lenta.
Es el mensaje que se desprende de los gráficos siguientes. El primero relativo al aumento de tipos en los años 2000 y el siguiente durante los años 90.
En el primer periodo la Fed aumentó sus tipos en unos 4 puntos porcentuales entre marzo del 2004 y junio del 2006. Comparado con ciclos precedentes, la reacción del mercado ha sido moderada. La parte larga de la curva, entre 10 y 30 años, no subió más que el alza de los tipos directores, llevando a una curva de tipos relativamente plana. Pero mientras los tipos a diez años perdieron un 1,7% a lo largo del periodo, los tipos a 30 años ganaron un 2,2%.
Pero las cosas pueden ser bastante peores. Los ciclos de restricción monetaria raras veces se producen a la misma velocidad, con la misma amplitud o con la misma duración. Cuando la Fed subió los tipos de forma brusca en 1994, por ejemplo, los inversores hicieron subir los tipos a largo mucho más que los tipos a corto, conduciendo a un movimiento de la curva que ilustramos a continuación.
Además del asunto de la rapidez de actuación de la Fed y de su amplitud, hay otros factores que pueden entrar en escena, como el vigor del crecimiento económico y la demanda internacional de bonos del Tesoro americano. Esto hace particularmente difícil determinar cómo los tipos de interés van a reaccionar a una decisión de la Fed.
Hay, no obstante, algunos impactos que se han observado en el pasado sobre los fondos de obligaciones:
1) Algunos movimientos de tipos, como los que se produjeron en 1994, pueden tener un impacto desfavorable sobre los fondos de larga duración (es decir, la sensibilidad de las obligaciones a cambios en los tipos): la categoría Morningstar de obligaciones a largo plazo perdió de esta forma un 6,8% en 1994.
2) El reverso de la medalla es que incluso si los tipos a corto plazo son los más sensibles a las decisiones de la Fed los fondos de corta duración siempre se comportan en las fases de subidas de tipos, aunque el impacto puede variar de un ciclo a otro, dependiendo en gran medida de la rapidez de actuación por parte de la Fed.
3) Si la economía goza de buena salud o está en fase de mejora, uno puede esperar a que los fondos con exposición al crédito se comporten mejor que aquellos que invierten en obligaciones de calidad de largo vencimiento. No obstante, esto no es cierto en todas las situaciones. Si los rendimientos de las obligaciones suben de forma significativa, esto también repercute en el coste de los préstamos, lo que en definitiva puede afectar a la salud financiera de la compañía.