Uno sólo debe mirar a los mercados de deuda pública de la Zona Euro, donde un segmento significativo de vencimiento (por ejemplo, hasta el cinco años en el caso de Alemania) se negocia con rentabilidades negativas, para darse cuenta de que estos son tiempos realmente inusuales. En efecto, los inversores están dispuestos a pagar por el privilegio de mantener un bono del gobierno. Sin duda, eso no puede ser un comportamiento racional, ¿no?
Bueno, depende. En momentos de estrés severo en los mercados, cuando, por ejemplo, hay poca confianza en la solvencia de los bancos, puede tener sentido para pagar una pequeña comisión sobre un bono soberano muy solvente con el fin de garantizar la preservación de la mayor parte del capital.
Pero incluso en tiempos menos extremos, un rendimiento negativo no significa necesariamente que los inversores vayan a perder dinero. En efecto, los inversores en renta fija no deben olvidar que el rendimiento está asociado al precio, y viceversa. El binomio precio/rendimiento es la máxima expresión de la dinámica entre la oferta y la demanda por el bono en el mercado. Si la demanda supera a la oferta, el precio del bono sube y el rendimiento se reduce.
En el entorno actual de tipos de interés cero en la Eurozona, no debería sorprendernos ver los rendimientos de los bonos de corto plazo, o incluso de más largo vencimiento, en terreno negativo. Más bien, la pregunta más pertinente es por qué, a pesar de lo que a primera vista puede parecer una propuesta perdedora, los inversores muestran una inclinación a acumular deuda soberana de la Zona Euro. Bueno, hay una serie de razones, de las cuales tal vez las más relevantes sean las siguientes:
1 - El activismo del BCE en política monetaria. El BCE se ha embarcado en un programa abierto de alivio cuantitativo en el que tiene la intención de comprar 60.000 millones de euros al mes de bonos soberanos de la Zona Euro por lo menos hasta septiembre de 2016. En resumen, existe ahora un comprador muy potente de bonos, que dispone teóricamente de una cantidad ilimitada de dinero, por lo que los inversores, de forma racional, asumen que la revalorización del capital (es decir, los aumentos de precios de los bonos) podría más que compensar la caída de los rendimientos.
2 - La deflación. Con el fin de medir el verdadero éxito de una inversión, hay que tener en cuenta los efectos de erosión de la inflación. Si, como es el caso de la Zona Euro en este momento, la inflación es negativa y se espera que lo siga siendo durante un tiempo, entonces, en vez de erosión, lo que tenemos es un impulso de la rentabilidad real.
Así, es posible que los inversores en bonos gubernamentales a corto y medio plazo de la Zona Euro no se comporten de forma tan irracional después de todo. De hecho, como muestra la siguiente tabla, la rentabilidad total neta de gastos corrientes para ETFs de deuda pública a corto plazo de la Eurozona fue positiva tanto en enero como en febrero de este año. Este fue el caso incluso para ETFs invertidos exclusivamente en deuda germana, dónde los rendimientos negativos son más pronunciados. Y esto es antes de que se tenga en cuenta el efecto potenciador de la deflación sobre los rendimientos reales.
Conviene recordar que esto tiene fecha de caducidad, que está determinada p or el hecho de que las circunstancias inusuales permanezcan inalteradas. Y uno tiene que tener en cuenta que esto es poco probable. Entre otras cosas, si el BCE se ha embarcado en un QE (Quantitative Easing) es precisamente para llevar la inflación a terreno positivo.
En cualquier caso, el asunto es que, cuando uno invierte en renta fija, siempre hay que rascar bajo la superficie… y aunque parezca muy desconcertante a primera vista, un rendimiento negativo para un bono no es necesariamente una apuesta perdedora.