El jueves 15 de enero, el Banco Nacional Suizo ponía un brusco final a la banda fija de su moneda frente al euro. Instalado en una paridad de 1,20 desde hace más de 3 años el franco suizo se revalorizó un 30% durante la sesión hasta equilibrarse en los días posteriores en torno a 1,03 francos suizos por euro. Dicho ajuste repentino del valor de una moneda recuerda que las leyes de las finanzas son similares a las de la mecánica de fluidos: cuando aparece una fuga en un dique, el escape es abrumador.
El mercado inglés vivió un episodio similar hace más de 20 años. Al revés que la banda fija que trató de frenar la apreciación de la moneda suiza, en aquel momento, el Banco de Inglaterra defendió su moneda para impedir su devaluación. Cuando finalmente renunció a hacerlo en septiembre de 1992, dado el gran volumen de los flujos, se produjo un ajuste muy violento: hundimiento de la libra esterlina, salida del sistema monetario europeo… y aplausos para Georges Soros, el genial financiero que había predicho ese movimiento.
Los «falsos precios» están más extendidos por el mundo de lo que parece. Sucede tanto en la microeconomía, cuando una ley regula los precios (los notarios y los taxistas lo saben bien) como en la macroeconomía, cuando un banco central o un Estado intervienen para influir en los mercados. Con independencia de los métodos utilizados, hay que llevar a cabo una vigilancia especial para identificar y supervisar esos precios construidos artificialmente.
Las políticas de recompra masiva de activos (expansión cuantitativa) aplicadas por los bancos centrales son verdaderas máquinas de control y transformación del precio de los activos. Si la deuda a 3 años de NESTLE vio cómo caía su tipo para adentrarse en terreno negativo (hasta el -0,6% la semana pasada), no fue como consecuencia de un seppuku colectivo de los prestamistas, sino porque las intervenciones del Banco Central Europeo provocaron la aparición de un nuevo universo de tipos.
¿Cabe esperar nuevos ajustes drásticos en ese entorno favorable para la multiplicación de los «precios falsos»? Algunos diques ya han empezado a ceder de manera controlada: la devaluación del euro del 16% en un año es un ejemplo, pero seguro que habrá otras consecuencias.
No cabe duda de que serán consecuencias favorables para los líderes del mundo que pueden así realizar sus inversiones a coste nulo y, en ocasiones, negativo. Pero cuidado: el dinero gratis aumenta sobremanera los riesgos de las malas asignaciones del capital. Y estas han abundado anteriormente en los sectores «subvencionados»: basta con recordar el sector de la energía solar… Por lo general, la situación empieza a dibujarse con inversiones masivas y un exceso de confianza inicial, seguidos de bruscos desengaños.
La expansión cuantitativa es una máquina de subvencionar el conjunto de la economía. Aprovechemos en ese primer momento el mercado alcista favorable, la reanudación de la concesión de créditos a las empresas… Y continuemos bailando mientras suene la música. Pero no perdamos nunca de vista nuestro horizonte a largo plazo: cuando la confianza vuelva a instaurarse en Europa, aflorarán las malas asignaciones de inversión y cederán los diques protectores. Y más valdrá encontrarse entonces en una posición elevada, junto a las empresas que hayan asignado eficazmente su capital. Depende de nosotros el identificarlas.
Marc Craquelin, Director de Gestión de Activos en Financière de l’Echiquier
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