Los recientes eventos en Europa han visto muchos de los temores de Alemania hacerse realidad. El 22 de enero vimos al BCE finalmente aceptar el inicio de una política de Quantitative Easing a pesar de las objeciones de los miembros del Consejo alemanes.
El BCE, supuestamente creado a la imagen del Budesbank, está ahora comprometido con una política de creación de dinero cuyo objetivo es incrementar la tasa de inflación. La política así como su objetivo están en clara oposición con respecto a toda la política alemana monetaria que ha intentado conseguir durante los últimos 70 años.
El 25 de enero vimos los resultados de las elecciones griegas con Syriza quedando muy por encima de lo esperado y ganando consecuentemente muchos más escaños de lo que se esperaba. En lugar de elegir formar una coalición con un partido más moderado del centro-izquierda, Syriza formó una coalición con los Griegos Independientes, con quienes no están nada de acuerdo en la mayoría de temas, pero están de acuerdo en una política clave –deshacer los acuerdos del rescate. Los Griegos Independientes son fuertemente anti-alemanes y quieren reclamar las reparaciones de la guerra que aseguran Alemania debe a Grecia.
Hoy Grecia tiene lo que es posiblemente el gobierno más anti-alemán y más comunista de la Unión Europea. La coalición está comprometida en deshacer los acuerdos de rescate firmados por los gobiernos griegos anteriores y están demandando una quita sobre parte de la deuda que deben.
El 26 de enero presenciamos el primer acto de Tsipras –el nuevo primer ministro griego- visitando el campo de tiro Kesariani, el lugar de un monumento a 600 combatientes griegos de la resistencia que fueron ejecutados en un solo día en 1944 por las tropas de ocupación alemanas. El simbolismo de la resistencia griega a la subyugación alemana hoy a través de la oposición a los acuerdos de rescate odiados es claro y deliberado.
Siguiendo esta visita, el primer embajador con quien decidió reunirse fue el embajador ruso, quien reafirmó la disposición de Rusia para proporcionar apoyo financiero a Grecia si fuera necesario. La política de sanciones de la UE a Rusia, especialmente influenciada y dirigida por Merkel, tiene que ser extendida en verano y requiere la unanimidad de los miembros de la UE.
Las primeras políticas domésticas que el nuevo gobierno pretende promulgar son un fin a las privatizaciones previstas, un gran incremento del salario mínimo, el restablecimiento de miles de trabajos del sector público que han sido eliminados en años recientes y subida de las pensiones. Todo esto hará que el cumplimiento del déficit presupuestario griego sea imposible de conseguir en el corto plazo –también dañará la competitividad de la economía griega y amenazará en deshacer los logros que se han hecho en esta área en estos últimos años.
A pesar de que los gobiernos alemán y griego están diciendo que no quieren que Grecia deje el euro, la posibilidad de este evento es ahora tan real como la reducción a la mitad de los precios de las acciones de los bancos griegos desde la victoria de Syriza; los bancos griegos estarían inmediatamente en quiebra si perdieran el apoyo de liquidez del BCE. Muchos alemanes están ahora suficientemente preparados para asumir el riesgo de otra crisis de la Eurozona si Grecia deja la moneda única, y en términos políticos domésticos, Merkel tiene pocos compromisos que ofrecer.
Hasta hace poco Syriza estaba defendiendo que Grecia dejase la moneda única, pero en los recientes meses ha suavizado su retórica a medida que las encuestas mostraban que tres cuartos de los griegos querían seguir en el euro. Ser expulsado del euro por la UE para defender los intereses de los griegos puede ser visto por muchos en Syriza como un buen resultado.
La última semana hemos visto endurecer las posiciones de cada bando. Mientras la historia de la UE nos muestra que se tiende a encontrar el compromiso mínimo necesario en el último minuto posible, las diferencias filosóficas entre los gobiernos alemán y griego no son reconciliables y uno o ambos tendrán que ceder puntos clave para que Grecia siga en la moneda única.
Jeremy Beckwith, Director of Manager Research for Morningstar UK