La situación económica de la Zona Euro sigue siendo bastante frágil. La esperanza de una recuperación duradera se ha visto truncada a mediados de año y las previsiones de crecimiento del PIB desde entonces se han revisado a la baja, corroborando la idea de que el estancamiento ahora puede estar en el orden de las cosas.
Más preocupante aún, la inflación, o más precisamente su ausencia, alimenta desde hace algún tiempo las especulaciones sobre una "japonización" de la unión monetaria.
Este cuadro bastante deslucido no ha impedido, sin embargo, que los mercados de acciones y bonos de la Zona Euro registraran rentabilidades positivas en este año 2014. Así, desde principios de enero hasta finales de noviembre, el Eurostoxx 50, que mide el comportamiento de las 50 mayores empresas de la región, ganó un 8,2%.
Mientras tanto, en el mismo período, el Barclays Euro Aggregate Bond, que refleja los cambios en el mercado de obligaciones en euros de grado de inversión (bonos públicos y bonos corporativos mezclados, conviene subrayarlo), ha registrado una subida aún más importante, del 10,2%, y, esto solo con la apreciación del capital.
Una cartera compuesta únicamente por fondos de bajo costo que reproducen estos dos tradicionales índices de referencia hubiera producido un rendimiento bastante decente para un inversor en euros. Pero podría haberse embolsado rentabilidades mucho más altas si se hubiera expuesto a un solo país periférico en lugar de un índice de renta variable de todos los países de la Zona Euro.
A pesar del pesimismo sobre el entorno macroeconómico en la Zona Euro 2014 habrá sido un buen año en términos de rentabilidad de los mercados financieros. El punto aquí es entender las influencias de las previsiones sobre la evolución de los mercados - una influencia que algunos inversores miden mal, a sus expensas.
De hecho, cuando se considera el comportamiento de los mercados financieros, los datos económicos objetivos son importantes porque dan forma y validan nuestras expectativas. Y tan contraintuitivo que pueda parecer, los datos negativos a veces puede inducir expectativas positivas. Esto es precisamente lo que ocurrió en la Zona Euro en 2014.
En efecto, los mercados financieros han "acogido" favorablemente cada data de deterioro de las condiciones macroeconómicas, viéndolo como un argumento adicional para que el Banco Central Europeo (BCE) no tenga otra opción que implementar todo su poder de fuego (es decir, una flexibilización cuantitativa a gran escala) para abordar el malestar en la Zona Euro.
Esta política parece más urgente hoy ya que la esperanza de ver el descenso del euro apoyando a la inflación está en peligro por la caída de los precios de importación (de energía).
Que consideremos al presidente del BCE, Mario Draghi, como un manipulador astuto llevando gradualmente a Alemania a la causa de la flexibilización cuantitativa, o como alguien que busca agradar a Berlin de todas las maneras posibles (tasas cero, compras de bonos cubiertos) con la esperanza de evitar la flexibilización cuantitativa, es de poca importancia.
Lo que es importante es que, de un modo u otro, la flexibilización cuantitativa es el resultado inevitable de la perspectiva de los mercados financieros. Y como éstos permanecen básicamente suspendidos a las decisiones del BCE, los bonos y acciones de la Zona Euro han visto aumentar sus valoraciones.
Sin embargo, cuando este tipo de expectativa está firmemente arraigado en la mente de los inversores, el riesgo de decepción es generalmente alto. Al acercarse el año 2015, los mercados financieros están apostando fuertemente en el lanzamiento del programa de flexibilización cuantitativa del BCE. Pero las condiciones macroeconómicas podrían de repente mejorar y hacer esta política algo innecesaria. Sin embargo, este escenario parece poco probable.
Por lo tanto, si la flexibilización cuantitativa no se produce como es esperado, podría haber un fuerte riesgo bajista para los mercados de la Zona Euro. Los mercados llegarían a la conclusión de que Mario Draghi no puede unir el acto a la palabra, y la esperanza de una resolución del malestar comunitario podría dar rápidamente paso a nuevos temores de un desmantelamiento de la Zona Euro.
Mi opinión es que el presidente del BCE actuará. El Bundesbank probablemente no ocultará su irritación, pero el gobierno alemán dará su acuerdo con discreción. Mario Draghi puede ser astuto, pero el BCE no podría tomar las medidas que ya ha puesto en práctica - y las que probablemente tome - sin el respaldo político de Berlín, de una forma u otra.
En este contexto, la balanza debería ser favorable a nuevas revalorizaciones en los mercados de renta variable en la Zona Euro en 2015. Si usted es escéptico o si simplemente no está de acuerdo, lo más recomendable es que opte por un fondo índice de bajo coste que ofrezca exposición a la deuda pública alemana.
Después de todo, si el BCE realmente lanza un QE, debería comprar bonos de deuda pública de acuerdo al peso de cada economía nacional, que favorecería a Alemania.
Y si al final renuncia al QE, entonces los temores a un desmoronamiento de la Zona Euro resurgirían, y los bonos alemanes sería el activo refugio por excelencia. Una fórmula para ganar, sí o sí, de alguna forma.