Los académicos y la propia industria financiera han identificado un cierto número de factores que pueden ser utilizados de forma conjunta para explicar las rentabilidades de las inversiones. En este pequeño artículo analizaremos algunos de estos principales factores.
Value
El value investing existe en realidad mucho antes que los fondos índice. Históricamente valores que cotizan a unos bajos precios sobre beneficio, valor contable y otras medidas de valoración han conseguido resultados por encima de aquellas que cotizan a unos múltiplos más altos y eso en prácticamente cualquier mercado que se analice a largo plazo. Hay dos posibles explicaciones. Puede, primero, que las acciones value sean más arriesgadas y, por lo tanto, ofrezcan mayores retornos para compensar ese mayor riesgo. Puede también que los inversores se hayan pasado extrapolando el crecimiento pasado hacia el futuro y se hayan equivocado de forma sistemática a la hora de valorarlos. También es posible que estos dos efectos actúen al mismo tiempo. Aunque sigue habiendo debate en cuanto a la veracidad de estos dos argumentos, si la explicación basada en el riesgo es correcta, entonces es probable que la prima asociada al estilo value (el value premium) siga persistiendo. Dicho esto, aunque el comportamiento del inversor no va a cambiar de la noche a la mañana, una mala valoración sistemática de los precios debido a ese sesgo comportamental podría disminuir ya que cada vez más inversores intentan sacar provecho de ello.
Momentum
El momentum describe la tendencia que tienen los resultados recientes a persistir en el futuro. Las acciones que mejor se han comportado mantienen esa tendencia a corto plazo y aquellas que peor lo han hecho siguen comportándose peor que el resto. Los investigadores en finanzas comportamentales consideran que este efecto se da porque los inversores suelen infrareaccionar a las nuevas informaciones. Aunque es difícil articular una argumentación basada en el riesgo para el factor momentum, la estrategia no funciona demasiado bien cuando la volatilidad se dispara. También puede ser costoso explotar este factor en la práctica ya que implica una alta rotación de cartera.
Quality
Los valores de calidad – aquellos con una alta rentabilidad y unos beneficios estables – se han comportado históricamente mejor que los demás valores. No hay una explicación de riesgo para este efecto, pero los inversores pueden haber infraestimado la persistencia a largo plazo de los beneficios de estas compañías. Puede estar relacionado con la anomalía de la baja volatilidad. Los valores de baja volatilidad han tenido históricamente un mejor comportamiento en términos de rentabilidad ajustada al riesgo. Esto puede ser porque los inversores no están dispuestos o no pueden utilizar el apalancamiento para conseguir sus objetivos. En consecuencia, pueden tener un sesgo hacia compañía de alta beta (las de mayor volatilidad) que deberían en teoría superar a aquellas de menor riesgo. Esta apuesta colectiva sobre este tipo de valores puede provocar que se conviertan en valores sobrevalorados en relación al riesgo, mientras que los valores de baja volatilidad, menos preferidos, presenten una infravaloración.