Una de las medidas estadísticas muy utilizadas para medir el comportamiento de los fondos y que ofrecemos en nuestras fichas de fondos es la beta. Muchas veces se hace referencia a la beta de un fondo o de una acción para indicar su nivel de riesgo. Valores con una beta superior a 1 son considerados como valores “agresivos” y de alto riesgo, mientras que valores con una beta inferior a 1 son supuestamente valores “defensivos” y de bajo riesgo. Conviene matizar estas interpretaciones. La beta de un fondo no hace otra cosa que medir la variabilidad de la rentabilidad del fondo comparada con la variabilidad de la rentabilidad del índice de referencia. Es decir, mide si el fondo es más o menos volátil que su índice de referencia. Y nada más.
Por lo tanto, no es una media del riesgo absoluto del fondo, aunque sí una medida del riesgo relativo. Un fondo con una beta baja no significa que el fondo tiene un bajo nivel de riesgo, indica que el riesgo del fondo relativo al índice de referencia es bajo. Una beta superior a 1 significa que el fondo tiene una volatilidad mayor que el índice (siendo la beta del índice de referencia 1); una beta inferior a 1 implica que el fondo es menos volátil que el índice. Como la beta es un dato relativo, también puede interpretarse en forma de porcentaje. Por ejemplo, una beta de 1,15 significa que el fondo es, en términos medios, un 15% más volátil que el índice. De la misma forma una beta de 0,7 indica que el fondo es un 30% menos volátil que el índice.
Esta interpretación de la beta tiene una consecuencia práctica muy útil para los inversores. Les permite diferenciar, por ejemplo, entre los verdaderos fondos de gestión activa y los fondos de gestión pasiva. Un verdadero fondo índice tendrá, en efecto, una beta muy próxima a 1, mientras que un fondo de gestión activa podrá tener una beta bien por encima, bien por debajo de 1… siempre y cuando los cálculos se hagan con respecto al índice de referencia del fondo (no olvide que la beta depende de la elección del benchmark que se utiliza para el cálculo y que, por lo tanto, los resultados diferirán si utiliza uno u otro).
No hay valores definidos para delimitar la frontera entre los fondos de gestión activa y los de gestión pasiva, pero en la práctica podemos considerar que fondos con una beta inferior a 0,90 y superior a 1,10 son de gestión activa.
Por ejemplo, en el gráfico adjunto hemos comparado tres fondos de renta variable española que presentan una beta muy distinta con el índice de la categoría, el MSCI Spain NR (en rojo): el Caixabank Bolsa España 150 (en verde, con una beta de 1,42 en los últimos 3 años, a fecha del 30/4/2017), el EDM Inversión (en naranja, con una beta de 0,60) y el BBVA Índice (en azul, con una beta del 0,94).
Tener una beta superior a 1 (o inferior a 1) no significa que el fondo vaya a hacerlo mejor (o peor) que el índice en el periodo analizado.