Si me preguntan cuál es el error no el más frecuente (que también) sino el más perjudicial para las carteras de los inversores diría que es el hecho de tener en cuenta únicamente la rentabilidad potencial de una determinada inversión sin tener en cuenta su posible riesgo.
En el mismo orden de ideas también ocurre muy a menudo que uno toma decisiones de inversión sin considerar el impacto que pueda tener sobre la cartera en su conjunto. La cosa se complica cuando no sólo hay que tener en mente el posible impacto de la compra de un determinado tipo de fondo mutuo sino también cuando hay que evaluar el efecto de no tener o de evitar incluir en cartera determinados tipos de inversiones.
Muchas veces nos lamentamos el no haber incluido un determinado tipo de fondo en cartera cuando este ha experimentado una notable ganancia. Así, hoy en día, podríamos arrepentirnos de no haber comprado este año algún fondo de renta variable indonesia (es una de las categorías que más ganancias acumulan en ese periodo) o no haber incorporado en nuestra cartera algún ETF apalancado sobre alguna materia prima como el café. Siempre analizamos las ausencias en base a la posible rentabilidad que hubiéramos podido conseguir si hubiéramos acertado con nuestra selección de fondos. Nunca nos acordamos del posible impacto que determinadas inversiones pueden tener en términos de riesgo.
Un ejemplo muy ilustrativo de esto último es el caso de los fondos de renta fija de deuda pública de alta calidad. En los últimos tiempos ha sido una inversión desdeñada y descartada por muchos inversores por el simple hecho de que la rentabilidad esperada es muy baja. Y tienen razón. Los tipos de interés, en Alemania, por ejemplo, están en unos niveles tan bajos (el tipo a 10 años del bund alemán está en niveles del 1,5%) que uno no puede esperar una rentabilidad a largo plazo por encima de la inflación. Con este esquema en mente muchos inversores se preguntan: ¿por qué comprar deuda alemana si la deuda española cotiza a unos tipos muy superiores? Y prolongando el razonamiento cargan sus carteras de high yield y renta variable.
Y aquí está el error. Sólo se fijan en la rentabilidad potencial que les puede proporcionar este tipo de fondos; no en el riesgo que puede suponer cada uno de estos activos en el conjunto de la cartera, o, dicho de otra forma, en la correlación entre dichos activos. No suelen hacerse la pregunta de qué pasaría si los mercados, de repente, sufrieran un periodo de fuerte caída. No suelen anticipar cómo reaccionarían los diferentes activos que tienen en cartera y cuál sería el impacto sobre la cartera en su conjunto.
El tener, por ejemplo, activos de elevada calidad en cartera supone que en caso de emergencia su comportamiento sería opuesto al comportamiento de activos de riesgo (como renta variable, high yield o, incluso, renta fija española).
En conclusión diría que todo inversor debería preguntarse de vez en cuando qué es lo que pasaría con su cartera si se cumpliera el escenario adverso. Sería como realizar un stress test a su cartera de inversión.